Serviciales como Marta
- 3 jun 2024
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Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. (Lucas 10:40)
Por lo general, siempre miramos a Marta desde un punto negativo. No obstante, debemos destacar su laboriosidad, su prestancia para servir, para hacer sentir cómodos a sus invitados. Jamás podremos decir que Marta era una mujer floja, quedada o que descuidaba a sus visitas, ¡para nada! Ella era hospedadora, pues dice en Lucas 10:38, que el Señor, «yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa».
En ella vemos un excelente ejemplo de servicio, no solo al Señor, sino a todos los demás que lo acompañaban. Alguien pudiera pensar que servir es para las mujeres, o para los pastores y ancianos de la iglesia. Sin embargo, es para todos. Dice su Palabra: «Porque vosotros, hermanos, a libertad, fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros» (Gálatas 5:13).
¿Por qué somos llamados a servir? Porque en el servicio se manifiesta el amor, tanto hacia Dios como hacia nuestros hermanos. Servir es una manera práctica de amar, y como hijos de Dios, tenemos el llamado a amar de manera práctica, pues dice: «Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad» (1 Juan 3:18).
Y es más, nuestra fe se manifiesta a través de las obras, así lo aprendemos de su Palabra en Santiago, donde dice: «Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras» (Santiago 2:18).
Mis hermanos, en nuestra hermana Marta, encontramos un maravilloso ejemplo de alguien que abre su casa para hospedar a otro, que se preocupa grandemente en servir. Aprendamos de esta noble mujer el ser serviciales hacia el Señor, primeramente, así como con nuestros hermanos en la fe.
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