El Señor Jesús hablando con los fariseos y escribas les dijo:
“Mas en vano me rinden culto, enseñando como doctrinas preceptos de hombres.” Dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres. (Marcos 7.7–8 LBLA)
Me causa tristeza cuando veo hermanos en la fe defender a brazo torcer la celebración de la navidad por parte de los cristianos. Entiendo que existe un buen número de hermanos que solo se reúnen con su familia y pasan un momento agradable de camaradería durante estas fechas de fin de año. Mientras que existe otro tanto que sigue las mismas costumbres que el resto del mundo.
¿Deberíamos los creyentes participar de estas fiestas como lo hace el mundo? La verdad es que no, por dos razones bastante importantes. La primera de ella es que tal como dijo el Señor, cuando celebramos navidad, dejamos el mandamiento de Dios y nos aferramos a la tradición de los hombres. Alguien se preguntará ¿y qué mandamiento de Dios abandono? Bueno, este:
Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. (1 Corintios 11.23–25 RVR60)
Muchos hermanos afirman que ellos hacen memoria del Señor a través de su nacimiento en el día 25 de diciembre, pero ¿cuál fue el mandamiento de Él? ¿Nos mandó que lo recordaramos a través de su nacimiento o su muerte? Si leemos más arriba podremos ver que el mandamiento es a recordar su muerte a través de los símbolos del pan y la copa, no a través de su nacimiento; porque lo importante no es su nacimiento, sino su muerte, la cual nos compró la salvación. Además, Dios nació porque así lo quiso, de otra manera habría aparecido como lo hizo tantas veces en el Antiguo Testamento, como por ejemplo cuando peleó mano a mano con Jacob en aquella noche en Peniel (Génesis 32.22-30)
La segunda razón tiene que ver con lo segundo que dijo el Señor: “os aferráis a la tradición de los hombres.” Acabamos de ver que el mandamiento de Dios fue con relación a su muerte, no al nacimiento. Pero los que hacen este recordatorio de su nacimiento es el mundo ¿y qué nos dice la Palabra de Dios acerca de esto?
No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta. (Romanos 12.2 NTV)
Mis hermanos, les pregunto, en aquel pesebre donde nació el Señor ¿había un pino adornado? No, sino un montón de animales. ¿Hubo regalos en el momento del nacimiento? No, porque esos se los llevaron a Él mucho después, pues ya estaban en casa con el niño (ver Mateo 2.10-11) y fue para adorarlo como rey, no un intercambio de regalos entre las personas. ¿Hubo algún tipo de comida especial que reuniera a la familia? No, ninguna, porque José y María iban al censo (Lucas 2.5). ¿Se pusieron adornos en aquel pesebre? Ninguno. En conclusión, ¿hay alguna cosa bíblica en esta celebración? No, ninguna; entonces ¿por qué seguimos celebrándola si Dios nos mandó a recordarlo de otra forma?
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