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¿Salvar o perder la vida?



Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? (Mateo 16:25–26)


Tener éxito en la vida es el objetivo de todo el mundo. Éxito en el plano familiar, profesional o económico y alcanzar cierta notoriedad; cada uno tiene sus propias ambiciones personales, y algunas personas hacen su máximo esfuerzo para poder lograrlas.


Un cristiano, cuya empresa logró ser muy importante, confesó al final de su vida: «Alcancé todos los objetivos que me había propuesto, pero perdí mi vida». El Señor Jesús dijo: «Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón» (Mateo 6:21). Escoger como primer objetivo nuestro éxito en el mundo, no es un comportamiento cristiano digno de Cristo; porque bien dijo el Señor:


Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. (Mateo 16:24)


Si «por amor de Cristo» (Filipenses 3:7) no damos la prioridad al éxito material, sino que nos consagramos a hacer la voluntad de Dios, entonces Él nos dará lo que necesitamos y permitirá que nos hagamos un tesoro en el cielo para la vida eterna (Lucas 12:33).


Toda la Biblia nos enseña que Dios es fiel y que sabrá recompensar a los que viven para Él, simplemente porque son sus hijos y desean agradarle. Por supuesto, los que consagran su vida a Él en esta tierra y aceptan renunciar a ciertas cosas por amor Cristo, no lo hacen con el objetivo de obtener una entrada o un lugar en el cielo, ya que únicamente el sacrificio de Cristo nos da ese lugar (Juan 14:1–3).


Pero recordemos que no podemos «servir a dos señores» (Mateo 6:24), el Señor mismo lo dijo, es imposible que vayamos tras las riquezas del mundo y al mismo tiempo busquemos las riquezas divinas (Lucas 16:13). Saquemos bien nuestras cuentas, y mejor, acumulemos tesoros en los cielos (Mateo 6:20).


No te afanes por hacerte rico; sé prudente, y desiste. ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas como alas de águila, y volarán al cielo. (Proverbios 23:4–5)


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