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  • Foto del escritorAlexis Sazo

Salvación verdadera para este mundo



Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. (1 Timoteo 2:1–2)


El apóstol Pablo vivió en la época bastante oscura, desde un punto cristiano, ya que el vivió bajo el imperio romano, es más, en sus días reinaba aquel cruel y déspota emperador Nerón. No obstante, Dios le enseñó que aún por aquellos gobernantes había que orar, porque como dice en Romanos 13:1, que «no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas».


Creo que si este apóstol viviera hoy en día, no le gustaría nuestra actitud como cristianos, quienes estamos más centrando en los acontecimientos del mundo y de cómo la maldad aumenta desmedidamente, que en orar a Dios por las autoridades que nos gobiernan y trabajando en la mies del Padre. Bien decía el profeta Daniel que Dios: «muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes» (Daniel 2:21). Por lo tanto, si es que algo está aconteciendo en el mundo, es porque Dios así lo ha determinado. En este aspecto su Palabra es muy clara cuando dice: «¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?» (Lamentaciones 3:37). Sin embargo, a nosotros, como creyentes, se nos encomendó la oración por las autoridades.


Probablemente, al ver el estado del mundo no nos den ganas de orar por los gobernantes, ya que es cierto que este mundo va de mal en peor, pero eso no es algo nuevo. Además, sabemos por las Escrituras, que esto debe acontecer de esta forma, pues todo lo que pasa nos conduce al final de los tiempos. Es más, este mundo jamás podrá mejorar, porque no es el reino de Dios, el Señor lo dijo: «Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí» (Juan 18:36). Por esta razón, este mundo nunca verá tiempos mejores, porque este no es el reino de Dios. ¿Cuál es la única esperanza del mundo? Cristo, solo en Él hay esperanza.


Entonces, ¿en qué nos tenemos que concentrar los creyentes? En el contexto de lo que se viene diciendo, en orar por las autoridades para que Dios las guíe por senderos de paz, porque solo así podremos vivir en paz y podremos seguir predicando el evangelio del Señor Jesús. No debemos retirarnos del mundo ni mucho menos desanimarnos cuando veamos el mal que aumenta a nuestro alrededor, sino que debemos hacer lo que Dios nos encomendó: predicar su Palabra, que es la única salvación verdadera para este mundo.


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