
Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa. (Lucas 6:47–49)
Así es la fe, a los ojos de Dios, el que deposita su fe en Él es considerado sabio, pero el que deposita su fe en cualquier otra cosa, es necio. Supongamos que usted pone su fe en una religión y no en Dios mismo, esto implica que a los ojos de Él usted no es sabio, porque la religión tiene algo de las leyes y mandamientos de Dios; sin embargo, está basada en ideologías humanas, esto es, en lo que el hombre ha diseñado y no en lo que Dios dice.
Si nos fijamos bien, el hombre está en la religión que más le acomoda, y si esta no existe, se inventa una a su medida, buscando la libertad para pecar sin sentirse culpable. Pero a diferencia del ser humano, Dios no cambia, Él no se «adapta» a los cambios de cada época, pues dice su Palabra: «Todo lo que es bueno y perfecto desciende a nosotros de parte de Dios nuestro Padre, quien creó todas las luces de los cielos. Él nunca cambia ni varía como una sombra en movimiento» (Santiago 1:17 NTV).
Por lo tanto, el hombre tiene que dejar de pensar que Dios debe amoldarse a las ideas y creencias de ellos, porque hay una tremenda diferencia entre Él y nosotros, ya que el hombre es mortal (tarde o temprano muere), mientras que Dios permanece eternamente.
Así que, amigo(a), le invito a buscar a Dios de la Biblia y el que el ser humano se ha creado en las religiones. No deje pasar el tiempo, porque todo en este mundo tiene un final y si usted elige poner su fe en lo que no es Dios, el único destino que le espera la condenación eterna; no obstante, si pone su fe en Cristo Jesús, quien le ofrece salvación, podrá gozar de una eternidad en la presencia de Dios en el cielo.
¿Cuál escogerá?
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