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Regalos malos



Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. (2 Pedro 2.1 RVR60)


Una pareja de Nueva York recibió por correo dos boletos para un musical de Broadway. Extrañamente, aquel regalo llegó sin una nota de quién los había enviado. Pero de todas formas decidieron asistir a la función, y la disfrutaron inmensamente.


Al volver a su apartamento, descubrieron que su domicilio los había robado. Al revisar se dieron cuenta de que les faltaban sus joyas, valiosos abrigos de piel y otros objetos de gran valor. Sobre una almohada encontraron una nota que decía: «Yo les envié los boletos para el musical».


Al igual que ese ladrón sin nombre, un maestro falso sabe lo que la gente quiere oír y apela a sus deseos (2 Pedro 2.1–2). Así como el diablo, esta clase de personas no llevan un letrero que anuncie que son falsos maestros y que buscan engañar, sino que vienen disfrazados como un representante de la verdad; como dije, tal como el diablo:


Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. (2 Corintios 11.14 RVR60)


Esta clase de gente afirman que quienes les siguen serán enriquecidos en sus vidas, sin embargo, aquellos que caen en su red de mentiras a menudo aprenden (a un alto precio) que han sido engañados. Porque debemos recordar lo que dijo el Señor Jesús: «El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir» (Juan 10.10 RVR60).


No obstante, el Señor Jesús, es un maestro en quien podemos confiar sin temor a ser engañados, ya que en Él no hay mentira alguna o engaño, pues Él es la verdad (Juan 14.6). El Señor Jesús nos ofrece el regalo de la vida eterna, porque nos ama de verdad y desea lo mejor para sus criaturas. Recibir el regalo de Salvación que nos ofrece es el primer paso para protegernos de los regalos engañosos que ofrecen los falsos maestros.


Aunque, es verdad, que hasta los creyentes podemos ser engañados por una enseñanza falsa. Por eso es importante estudiar las escrituras (1 Pedro 2.2), para no dejarnos engañar y así obedecer el mandato divino (Lucas 21.8), pues debemos probar lo que oímos (1 Juan 4.1), examinándolo todo (1 Tesalonicenses 5.21) a la luz de las escrituras; para así crecer en la fe (2 Pedro 1.5–9). De esta forma podremos evitar que alguien nos engañe y saquee nuestras vidas espirituales.


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