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Recordemos la bondad de Dios



Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo. (Mateo 16.1 RVR60)


Después de que Jesús salió de la presencia de los fariseos, Él dijo a sus discípulos: —Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos (Mateo 16.6); los discípulos comenzaron a discutir entre sí acerca de esta advertencia; y todo lo que pudieron pensar es que aquellos no habían traído pan. ¿Qué iban a hacer? Entonces, Jesús pronunció estas palabras: —hombres de poca fe (v. 8). Él había estado con ellos por algún tiempo, pero ellos todavía le decepcionaban por su falta de entendimiento y de fe. Ellos no podían asimilar la profunda verdad espiritual que Él les estaba presentando, y solamente podían pensar en haber traído pan. Así que, el Señor les tuvo que decir:


¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan? ¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis? ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis? (Mateo 16.8–10 RVR60)


¿No somos nosotros tantas veces como ellos? Por ejemplo, ¿qué tan seguido se acuerda de lo bondadoso que ha sido Dios en el pasado con usted? Porque aunque no lo reconozcamos o lo recordemos, Dios ha hecho cosas maravillosas por todos nosotros. Aunque la realidad es que nosotros, como seres humanos, somos muy prontos para olvidar el bien que se nos hace; pero para lo que sí somos buenos, es para recordar el mal que hemos recibido. Por ejemplo, cuando Josué cruzó el Jordán en seco junto a l pueblo de Israel, él hizo que algunos hombres escogieran doce piedras y las colocaran en Gilgal a modo de memorial. Estas debían servir como un recordatorio constante de que los hijos de Israel pasaron por el Jordán en tierra seca gracias al poder de Dios (véase Josué 4.20–24).


Ahora, volviendo al tema del que hablaba antes, ¿cuántas veces Jesús mostró a sus discípulos la grandeza de su poder? Y a pesar de eso, la fe de ellos fallaba miserablemente. Esto también nos muestra la paciencia de nuestro amante Salvador. No obstante, no podemos estar probando la paciencia de Dios a cada rato, pues eso es tentarle. Sino que debemos ser agradecidos, tal como dice su Palabra: Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos (Colosenses 3.15 RVR60).


Los dejo con este pensamiento: La diferencia entre aquellos que son guiados por el Espíritu Santo y los que son engañados por Satanás, es el gozo, la alegría y la constante gratitud por lo que Dios ha hecho; en vez de tristeza, pena y depresión de pensar en lo que Dios no nos ha dado. Por lo tanto, si mantenemos en nuestras mentes el bien que hemos recibido de Dios, diariamente, podremos ser fortalecidos «en [nuestra] fe» (Romanos 4.20), y podremos resistir a Satanás en todos sus ataques.


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