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  • Foto del escritorIris P.

¿QUIERES TENER POR AMIGO A JESÚS?



El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo. (Proverbios 18.24)

Para ser un verdadero amigo de Jesús es necesario que obedezcamos a su Palabra, serles fieles como con un verdadero amigo a quien uno quiere honrar y tenerle en alta estima; así que, no podemos decir que somos amigos del Señor y dejarle fuera de nuestras vidas. 


Jesús dijo: Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. (Juan 15.14)

Los amigos de corazón, son aquellos que tienen el mismo sentir, el mismo amor, los mismos intereses y comparten los mismos temas. Ponemos toda la confianza en aquel amigo cuando, por ejemplo, pasamos por algún problema o dificultad, porque le contamos todos nuestros asuntos con plena confianza, pues allí encontraremos una mano amiga que nos dará el consejo que esperamos y necesitamos. Jesús es ese amigo, que se muestra amigo, que guarda en su corazón el secreto y sabe dar un consejo sabio, pues sacará de la aflicción y dará paz al alma.


Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo. (Salmos 119.165)

Pero, ¿cómo somos nosotros como amigos? 


El Señor nos dejó el ejemplo de lo que significa ser amigo de verdad. Pues Él llamó amigo incluso a aquel que lo traicionó, es decir, a Judas “el traidor”; Jesús sabía que él lo iba a traicionar, pero aun así lo llamó a ser su discípulo y jamás se mostró indiferente o con un trato distinto para con él, siempre le trató como a los otros apóstoles, tanto así, que para donde iba el Señor andaba también con él Judas. 


El Señor le mostró su amistad sincera, pero él se mantenía a distancia; Jesús le dio la oportunidad de que supiera que Él lo consideraba como amigo, Jesús lo amaba como se ama a un amigo, sin embargo, Judas no quiso ser amigo de Jesús. 


Tanto era lo que el Señor le mostraba su amistad, que sabiendo que Judas era dado al dinero, le confió sus bienes; el Señor sabía que le iba a robar y aun así le dio la oportunidad de cambiar como persona. Sin embargo, Judas era una mala persona y no solo eso, sino que además, jamás le llamó Señor, pues solo le llamaba maestro. Esta careta no la pudo seguir manteniendo por siempre, porque llegó el día que se mostraría tal cual era. A decir verdad, Judas no tuvo razón para entregarle. Aunque su Palabra nos dice que el diablo se metió dentro de él para entregar al Señor:


Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo:  Lo que vas a hacer, hazlo más pronto. Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo esto. Porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres. Cuando él, pues, hubo tomado el bocado, luego salió; y era ya de noche. (Juan 13.27–30)

Sin duda, Jesús fue el único que le amó a pesar de ser un villano, a pesar de saber cómo era y qué es lo que le haría, lo amó hasta el momento que lo entregó con un beso:


Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle. Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó. Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. (Mateo 26.48–50)

El Señor, hasta el último momento le estimó como amigo; sin embargo, el dolor del Señor fue intenso, porque aquella traición le causó gran pesar en su corazón: 


Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me hubiera ocultado de él; sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi familiar; que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, y andábamos en amistad en la casa de Dios. (Salmos 55.12–14)

Así que, solo en Jesús encontramos un verdadero amigo. Él es fiel, confiable y siempre está ahí cuando le necesitamos; sin importar la hora, pues Él no duerme, ni se cansa, ni está lejos. Si no eres su amigo, él aún está a la puerta de tu corazón llamando (Apocalipsis 3:20), pero ¿Cuándo le abrirás?


Abrale la puerta de tu corazón y acércate a Él, pues sabe escuchar; sabe secar las lágrimas (Apocalipsis 21.4); sabe dar consuelo (2 Corintios 1:3-4); además, es Fiel y Verdadero (Apocalipsis 3.14) y también es amor (1 Juan 4.8) y un Dios lleno de misericordia (Éxodo 34.6).


El Señor Jesús dijo: El que a mí viene, no le echo fuera. (Juan 6:37).


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