Pues a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros. (Filipenses 2:20)
Un líder político, resumiendo la ruina de nuestra época, habló de un mundo tipo «Humpty-Dumpty». La intrigante frase se refiere a unos versos infantiles de un personaje de una canción infantil inglesa, que dicen:
Humpty Dumpty se sentó en una pared; y de esa pared se cayó; ni los hombres del rey ni sus caballos; lo pudieron volver a componer.
El mensaje de esos viejos versos se aplica a la vida real. El hombre está quebrantado y necesitan que lo compongan; sin embargo, el ser humano no busca ayuda en el único que puede remediar su triste situación.
El creador del universo se preocupa por nuestra situación y ha tomado medidas para restaurar nuestra integridad. Vino a este mundo en la persona de Jesucristo; y estableció a la iglesia como su cuerpo para que los miembros «se preocupen los unos de los otros» (1 Corintios 12:25). De esto hay varios ejemplos en el Nuevo Testamento: Juan, Timoteo, Epafras, Pablo, Pedro, etc.
Preocuparse no es algo complicado, sino que es tan básico como dar dinero para ayudar a los hermanos en la fe que están necesitados u ocuparnos de nuestros ancianos padres; tan sencillo como ser pacientes y amables o tan simple como dar un vaso de agua fría a alguien que tiene sed. Así es como nuestro Salvador desea que nos preocupemos por las personas quebrantadas de nuestro menoscabado mundo, amando con hechos y no solamente con palabras (1 Juan 3:18). Bien dijo el Señor:
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. (Mateo 25:34–40)
Entonces, ¿estamos dejando que Cristo se preocupe por los demás a través de nosotros?
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