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¿Qué nos produce gozo?

  • 8 may
  • 2 Min. de lectura


Versión en video: https://youtu.be/-83rt62O0Tc


Este, cuando llegó y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor. (Hechos 11:23)


Cuando pensamos en qué cosas nos producen gozo, muchas veces vienen a nuestra mente cosas muy humanas: éxitos personales, logros alcanzados, tiempos de descanso, relaciones que florecen, proyectos que prosperan. Y si bien esas cosas tienen su lugar, el gozo más profundo al que somos llamados como hijos de Dios no depende de las circunstancias ni de nuestras propias obras.


En Hechos 11, Bernabé llega a Antioquía y ve algo que lo llena de alegría: la gracia de Dios obrando en otros. No era su propio ministerio, no eran sus propios logros; era el hecho de que la gracia del Señor estaba transformando vidas, alcanzando corazones, levantando una iglesia donde antes no había nada. Bernabé no se alegró por tener control ni protagonismo, sino porque vio a Dios actuando, y eso fue suficiente para regocijarse.


Aquí encontramos una lección poderosa. Nuestro gozo se profundiza cuando dejamos de centrarnos en nosotros mismos y aprendemos a deleitarnos en lo que Dios hace. Nos gozamos cuando vemos a otros crecer en la fe, cuando vemos a alguien arrepentirse y volver al Padre, cuando vemos comunidades fortalecidas por el amor de Cristo, cuando vemos que su gracia alcanza lugares donde parecía imposible. Este gozo no depende de cuánto reconocimiento obtenemos ni de cuán visibles son nuestros esfuerzos. Es un gozo que nace de contemplar la obra del Señor, de alegrarnos en su plan, no solo en el nuestro.


Mis hermanos, ¿dónde estamos centrando nuestro gozo últimamente? ¿Nos alegramos solo por nuestras propias bendiciones o nos regocijamos también al ver cómo Dios bendice, levanta y transforma a otros? ¿Podemos decir, como Bernabé, que al ver la gracia de Dios en acción nuestro corazón se llena de alegría?

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