Porque a Jehová deben mirar los ojos de los hombres. (Zacarías 9:1 RVR60)
La Palabra de Dios nos da claras indicaciones de hacia dónde deberían estar dirigidas nuestras miradas. Por ejemplo, el versículo del encabezado nos dice que los seres humanos debemos mirar a Dios. Pero ¿hacia dónde estamos mirando?
Es fácil distraer la mirada mientras caminamos en este mundo, ya que el maligno ha creado un sinnúmero de atracciones con un doble fin: Mantener ocupada la mente y el corazón del hombre y la mujer sin Dios; y tratar de que el creyente saque la mirada de Dios.
En las escrituras encontramos un ejemplo claro de lo que nos pasa cuando quitamos la mirada de Dios. Una noche el Señor Jesús se quedó orando a solas en un monte mientras sus discípulos trataban de cruzar el mar de Galilea. No obstante, les fue imposible porque un gran viento se había levantado y no los dejaba avanzar más allá de la mitad de aquel gran lago. A altas horas de la madrugada, el Señor Jesús iba caminando por sobre las aguas y sus apóstoles se espantaron pensando que veían un fantasma. Cuando el Señor los calmó, el apóstol Pedro, dijo:
Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? (Mateo 14:28–31 RVR60)
Cuando el apóstol sacó la mirada del Señor Jesús para mirar la tormenta, comenzó a hundirse. Lo mismo nos pasa a nosotros, cuando quitamos la vista de Dios, comenzamos a hundirnos en el lodazal del mundo y no podemos avanzar en nuestra carrera espiritual. Por eso dicen las escrituras: «Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra» (Colosenses 3:2 RVR60).
Si nos damos cuenta, tanto este último versículo como el del encabezado, nos dan un mandamiento, el de mirar a Dios, el de poner nuestros ojos en Dios mismo. De ahí que el Señor nos mandara también, diciendo: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6:33 RVR60).
¿Por qué debemos mirar arriba y no a la tierra? Porque, primero, todo lo que nos ofrece este mundo, no es de Dios (1 Juan 2:16). Segundo, todo lo del mundo es efímero y pasajero (1 Juan 2:17). Y tercero, este mundo está guardado para ser destruido por fuego (2 Pedro 3:10). Así que, obedezcamos a Dios viviendo una vida en la cual tengamos siempre «puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe» (Hebreos 12:2 RVR60).
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