Primeras impresiones
- 19 mar 2022
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Dios no hace acepción de personas. (Gálatas 2:6)
No llevaba camisa puesta y su auto parecía chatarra. No obstante, el hombre deseado que se detuvo a ayudarles en la autopista de Chicago fue, para mis amigos, angelical.
Mientras viajaban por las transitadas autopistas de Chicago, al vehículo de Ken y Sue le explotó un neumático. Al detenerse al borde de la autopista, los autos pasaban muy cerca a toda velocidad, por lo que cambiar el neumático era muy riesgoso; rápidamente oraron a Dios pidiendo ayuda. Fue entonces cuando un hombre en un auto oxidado les hizo señas diciéndoles que los ayudaría.
La mayoría de nosotros es reticente para confiar en personas totalmente extrañas. Por eso mis amigos se mostraron cautelosos con aquel hombre. Pero al poco tiempo se enteraron de que era un mecánico que también se había quedado varado días antes. Agarró sus herramientas, se puso a trabajar en el auto, y en pocos minutos los puso de vuelta en la carretera.
Los seres humanos, a menudo juzgamos a la gente por la manera en que luce o se viste, o por la clase de auto que conduce. Aunque es cierto que debemos tener cuidado con las personas que no conocemos, pero eso no significa que debamos descartar a todo el que ande bien vestido. Recordemos lo que la Palabra de Dios nos dice:
Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. (Santiago 2:1)
Como creyentes debemos tratar de tener en mente siempre que toda persona es un alma preciosa por la cual el Hijo de Dios dio su vida. Cada alma humana vale la vida del autor de la vida.
Por lo tanto, no centremos nuestra atención en el exterior y la apariencia de las personas, sino en el interior. Porque recordemos que la gente viene en todos los tamaños, colores y condiciones; y antes de descartar a los que no cumplen con nuestras normas personales, necesitamos recordamos que nuestro Creador no hace acepción de personas, razón por la cual tampoco deberíamos hacerla nosotros.
No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio. (Juan 7:24)
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