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  • Foto del escritorAlexis Sazo

Preparados para la cena del Señor



Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. (1 Corintios 11:28–29)


Lindsay estaba muy ocupada preparándose para el examen más difícil de su vida. Iba a pasar todo un día haciendo un examen para ver si calificaba como abogada. Para preparase escribió todas las preguntas que se le ocurrieron, y no descansó hasta que las pudo contestar todas sin equivocarse. Así que cuando llegó el día del examen, aprobó, porque se había preparado con anticipación.


Así como dice en los versículos del encabezado, el apóstol Pablo le dijo a los corintios palabras que se aplican a nosotros también: «Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa». En otras palabras, en preparación para la cena del Señor, debemos examinarnos a nosotros mismos. Cualquier pecado, toda deficiencia en el amor, todo espíritu de amargura debe confesarse y resolverse antes de proceder a tomar la cena. Esto es por el bien de nosotros mismos, así lo dice el versículo 29: «Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí».


¿Cómo nos probamos? Por ejemplo, podemos examinar si estamos expresando amor a Dios y a nuestro prójimo (Mateo 22:36–40). Del mismo modo podemos examinar si estamos buscando primeramente el reino de los cielos (Mateo 6:33). También si tenemos algún problema pendiente con algún hermano, tal como dijo el Señor:


Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. (Mateo 5:23–24)


Por lo tanto, no podemos sentarnos en la mesa del Señor sin discernir lo que estamos haciendo, ya que, la cena del Señor no es cualquier cosa, pues tiene consecuencias tanto espirituales como físicas. Así que, sigamos el ejemplo de Lindsay quien se probó a sí misma preparándose para su examen; del mismo modo nosotros, los creyentes, debemos probarnos en la fe para ver si somos aptos para sentarnos a la cena del Señor.


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