Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará. (Isaías 43.21 RVR60)
Las personas del mundo siempre hablan del «cuál es el propósito del ser humano»; los filósofos han teorizado extensamente sobre ellos. Sin embargo, Dios nos deja en claro el propósito de nuestra creación.
Quizás en el Génesis no esté tan claro, pero sí lo está en el Apocalipsis. Así como en el último salmo (150), ya que en su último verso que dice: Todo lo que respira alabe al Señor. ¡Aleluya! (Salmos 150.6 LBLA). Y como decía, en Apocalipsis podemos leer sobre la razón de nuestra creación, pues todos en el cielo (excepto Dios Padre y Espíritu Santo) alaban al Señor Jesús y se postran ante Él. Pero como bien sabemos, la primera creación cayó en pecado y perdió el norte, por eso le dice Dios al hombre: «¿dónde estás tú?» (Génesis 3.9). No lo dijo porque Él no supiera donde estaba Adán, sino porque el ser humano se había extraviado debido a su pecado.
Pero según leemos en su Palabra, Dios, en su nueva creación (los creyentes), nos hizo con el mismo propósito.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia. (Efesios 1.3–6 RVR60)
Ahora, lo importante de esto es, ¿nosotros como sus hijos, adoramos a Dios con todo nuestro ser? ¿Lo adoramos en general en nuestras vidas? Porque el Señor Jesús nos enseñó que al elevar una oración, lo primero que tenemos que hacer es adorar a Dios Padre; ya que nos dijo: Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. (Mateo 6.9 RVR60)
Por ejemplo, ¿lo adoramos con nuestros ojos? ¿O acaso usamos la vista que Él nos dio para ver lo que nosotros queremos? O peor aun, usamos la vista para ver cosas hechas para el mundo, e incluso, quizás para ver pornografía. Y qué de nuestras bocas, ¿hablamos con ellas palabras que son del agrado de Dios? Y si la usamos para cantar, ¿solo cantamos canciones cristianas o dentro de nuestro repertorio también hay música del mundo (la cual es hecha para el mundo)? Y ya que menciono la música, ¿adoramos a Dios con nuestros oídos también? ¿O será que ponemos música del mundo en nuestros oídos? Porque, amados, no olvidemos ya no somos nuestros (1 Corintios 6.19), sino que le pertenecemos a Dios, pues fuimos comprados a un alto precio.
Hermanos, cuando usamos lo que Dios nos dio para hacer lo que se nos antoja y no para cumplir con los propósitos de Él, no solo le estamos desobedeciendo, sino que nos estamos poniendo a nosotros mismos por encima de Él, pues nos servimos a nosotros y a nuestros deleites, dejándole de lado, lo cual es idolatría.
Por lo tanto, seamos cuidadosos en cómo usamos lo que Dios nos dio, porque fuimos creados para rendirle adoración y si no cumplimos con el propósito para el que fuimos creados, Dios nos pedirá cuentas tarde o temprano.
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