Quien llevó él mismo (Jesús) nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero. (1 Pedro 2:24)
«¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?» (Lucas 24:26). Con esta pregunta, el Señor Jesús, después de su resurrección, alentó a dos de sus discípulos que estaban tristes al pensar que su Señor había muerto. Sus esperanzas de un reino para Él, para ellos y para Israel, se habían desvanecido.
Quizás usted también se hace preguntas acerca de la muerte del Señor Jesús. Su enseñanza tan fuerte, su influencia moral, ¿no son ya un aporte esencial? ¿Por qué fue necesario que Él muriese en la cruz del Calvario?
En los evangelios, la muerte del Señor ocupa el lugar central. Jesús mismo consideraba su muerte como absolutamente necesaria. Porque en su Palabra, Él nos dice que vino «para dar su vida en rescate por muchos» (Marcos 10:45). Pero su muerte no fue el final de una vida sublime e incomprendida, ¡no! En ella se cumplió la obra de redención y de la liberación de la muerte y el pecado comandada por Dios. Con este objetivo es que el Señor Jesús vino a este mundo pecador. Además, mediante su muerte Él glorificó a Dios, llevando la condenación divina que nuestros pecados merecían, para así satisfacer la justicia perfecta de Dios.
La muerte del Señor Jesús, es también la prueba más poderosa y conmovedora del amor de Dios. Y ya sea que seamos o no conscientes de la gravedad de nuestros pecados, la obra de Cristo es la manifestación absoluta del amor de Dios por sus criaturas caídas y pecadoras.
Ahora que ya sabe la razón por la cual Jesús vino al mundo ¿qué hará? ¿Reconocerá su pecado y le pedirá perdón a Dios, recibiendo así el regalo de la salvación de su alma? ¿O le seguirá ignorando y rechazando hasta el final de sus días?
A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas. (Deuteronomio 30:19)
Comentarios