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¿Por qué la prueba?




¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío. (Salmos 42:5)


«¿Has conocido tú las diferencias de las nubes, las maravillas del Perfecto en sabiduría?» (Job 37:16). Esta pregunta hecha a Job por su amigo Eliú, sobre la grandeza de Dios, tiene para nosotros una aplicación espiritual: ¿Por qué han tantas pruebas en nuestros caminos? Lo cierto es que no logramos entenderlo a cabalidad. Sin embargo, hay algo que está clara en todo esto: esas pruebas forman parte de las obras maravillosas de aquel cuya ciencia y sabiduría son infinitas. Además, no podemos olvidar que su voluntad es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2).


Dios no se equivoca, como muchas veces pensamos lo contrario cuando nos encontramos en medio de las pruebas. No, a diferencia de nosotros, Dios no comete errores, porque Él es perfecto (Salmos 18:30). Y no porque no entendamos sus propósitos, significa que está errado. Cuando este tipo de pensamiento nuble nuestras mentes, debemos recodar lo que el Señor le dijo al apóstol Pedro: «Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora: mas lo entenderás después» (Juan 13:7).


La «nube» que llena nuestros corazones está «cargada de agua», no obstante, en vez de ver la tormenta que acarrea, pensemos mejor en la bendición que significa la lluvia en la tierra; bendición que Dios tiene en mente para nosotros a través de la prueba. Las pruebas nos acercan a Dios, nos hacen depender más de Él, confiar mucho más en sus promesas y aprendemos a esperar en sus tiempos. Las pruebas son para nuestro beneficio, aunque no lo parezca en el momento, pero ciertamente lo son. Y cuán bueno es meditar en su Palabra durante la prueba, es como dice en Isaías:


Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. (Isaías 55:10–11)


Así que, hermanos, gocémonos cuando nos hallemos en diversas pruebas (Santiago 1:2), pues nuestro Dios está trabajando en nosotros con tal de que brillemos con mayor fuerza para su gloria.


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