Porque por fe andamos, no por vista. (2 Corintios 5:7)
Los que seguimos a Cristo, debemos hacerlo por fe, porque no puede ser de otra forma, ya que «sin fe es imposible agradar a Dios» (Hebreos 11:6). Y la fe es un proceso que se desarrolla lentamente en la vida de los cristianos.
La fe es como a un excursionista que va por una estrecha vereda en la montaña y no puede ver el sendero que tiene por delante. A veces el camino está claramente marcado delante de él. Otras, da un giro abrupto hacia la derecha o a la izquierda, mientras que otras veces se hace escabroso o cenagoso, se eleva o desciende escarpadamente. Todo lo que el creyente sabe es porque debe dar el próximo paso. Bien dice su Palabra: «corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante» (Hebreos 12:1).
Aunque nuestro andar espiritual de fe difiere del andar de un excursionista, porque mediante la fe en Cristo podemos seguir adelante con plena confianza de que llegaremos a nuestro destino. Pero tal vez estemos al borde de algo sombrío y desconocido. Lo único que sabemos es que debemos avanzar, pero no vemos más allá de tres metros. Aquí es donde la fe entra en juego, porque recordemos que esta es «la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve» (Hebreos 11:1). Y si Dios te ha traído hasta aquí, ciertamente no ha sido para abandonarnos, sino para mostrarnos —tal vez como nunca antes— que podemos confiar en Él completamente.
Así que, hermanos, sigamos adelante. Damos un paso en oración hacia el futuro desconocido, el cual está en las manos de nuestro Dios; tengamos fe en nuestro Padre celestial, el cual desea lo mejor para sus hijos; sin olvidar que Dios ha prometido estar con nosotros siempre (Hebreos 13:5).
No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. (Isaías 41:10)
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