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  • Foto del escritorAlexis Sazo

Perros que ladran



Mis enemigos salen de noche gruñendo como perros feroces mientras merodean por las calles. Escarban en busca de comida, pero se van a dormir insatisfechos. En cuanto a mí, yo cantaré de tu poder; cada mañana cantaré con alegría acerca de tu amor inagotable. Pues tú has sido mi refugio, un lugar seguro cuando estoy angustiado. Oh Fortaleza mía, a ti canto alabanzas, porque tú, oh Dios, eres mi refugio, el Dios que me demuestra amor inagotable. (Salmos 59.14–17 NTV)


La ciencia sigue refinando maneras de reproducir el sonido con la mejor fidelidad; por ejemplo, están los audífonos con «cancel noise», una tecnología que busca reducir el sonido del entorno, para que podamos concentrarnos en el sonido que transmiten los audífonos que tenemos puestos. El principio detrás de esta tecnología es simple, es usar «antisonidos», es decir, utilizar ondas de sonido que eliminen a las ondas no deseadas que interfieran con lo que estamos escuchando con los audífonos.


Esto tiene un interesante paralelo en la Biblia. Digo esto, porque los hombres de Dios que vemos en las escrituras aprendieron a combatir la «contaminación acústica». En el salmo del encabezado leemos que David describió a sus enemigos con perros que ladran y gruñen; en otras palabras, quiso decir que sus comentarios eran amenazadores y, seguramente, hasta groseros. Sin embargo, David encontró alivio usando el «antisonido» de la alabanza al Señor. David anuló aquellos horribles y distractores sonidos con alabanzas a su Dios. No permitió que nada de lo que lo rodeaba o las circunstancias que estaba viviendo le impidieran alabar a su Dios. Descubrió que la molestia de los enemigos impíos podía reducirse cantando acerca del poder de aquel que provee de fortaleza, protección y esperanza a aquellos que tienen comunión con Él.


¿Se encuentra o se ha encontrado en situaciones como las vividas por el rey David? Me refiero a ser angustiado por toscas palabras y lenguaje crudo de la gente que lo rodea. ¿Le ha pasado? En la versión NTV del Salmo 43, versículo 5 leemos: «¿Por qué estoy desanimado? ¿Por qué está tan triste mi corazón? ¡Pondré mi esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡mi Salvador y mi Dios!».


Mis hermanos, no dejemos que este tipo de situaciones nos afecten. Centremos nuestros pensamientos y palabras en el poder de Dios. Recordemos su fortaleza, su amor y misericordia; tal como hacía el salmista. Así que, eliminemos aquellas ondas de sonido indeseable del mundo a nuestro alrededor usando la alabanza a Dios, que brota de un corazón agradecido.


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