
Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. (2 Corintios 5.15 RVR60)
Este verso de corintios nos enseña claramente que Cristo murió en la cruz no para que vivamos para nosotros mismos, sino para que lo hagamos para Él. Amados en Cristo ¿para quién vivimos? ¿Vivimos para nosotros o vivimos para Dios? ¿Quién guía su vida? El Señor Jesús dijo:
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. (Juan 16.13-14 RVR60)
El Espíritu Santo, según las palabras del Señor, vendría a guiarnos. Y es precisamente una característica de los que son verdaderamente hijos de Dios, ya que así lo dicen las escrituras:
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. (Romanos 8.14 RVR60)
Hermanos, Dios no murió en la cruz para que vivamos haciendo lo que se nos antoja, pues, conforme a las escrituras, ese tiempo ya pasó:
Por tanto, puesto que Cristo ha padecido en la carne, armaos también vosotros con el mismo propósito, pues quien ha padecido en la carne ha terminado con el pecado, para vivir el tiempo que le queda en la carne, no ya para las pasiones humanas, sino para la voluntad de Dios. Porque el tiempo ya pasado os es suficiente para haber hecho lo que agrada a los gentiles, habiendo andado en sensualidad, lujurias, borracheras, orgías, embriagueces y abominables idolatrías. (1 Pedro 4.1–3 LBLA)
Tal como vemos en estos versículos, ya no debemos vivir para nosotros mismos, sino para el Hijo de Dios que murió para que seamos sus siervos y obedezcamos sus designios. Es que además, debemos recordar que vivimos en tiempos peligrosos (2 Timoteo 3.1) y los días son malos. Por eso la advertencia del apóstol Pablo:
La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne. (Romanos 13.12-14 RVR60)
Hermanos, el regreso de nuestro Rey está cada día más cercano, por lo tanto, debemos dejar de andar por nuestra cuenta, sino que es necesario que sigamos los pasos de nuestro Salvador, quien no vivió para hacer su propia voluntad, sino la voluntad del que lo envió (Juan 6.38).
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