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Pajología y viguitis




¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. (Mateo 7:3–5)


Tal como vemos en los versículos del encabezado, el Señor Jesús nos enseñó que los creyentes no debemos especializarnos en «pajología» mientras padecemos de «viguitis». La pregunta que hace el Señor en el versículo 3 se aplica a todos nosotros, ya que dice: «¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?».


Imaginemos que «pajología» estuviera incluida en un programa de estudios de una universidad, probablemente, la descripción del curso sería algo como: «Identificar y criticar las pequeñas faltas en las vidas de todo el que nos rodea». Seguro tendría una advertencia como: «Materia muy popular, los cupos se llenan pronto». Ahora hablemos de la «viguitis». Supongamos que esta «enfermedad» está descrita en un diccionario de términos médicos, seguramente la definición sería algo como: «Enfermedad que distorsiona la autopercepción y hace que la persona sea incapaz de reconocer sus propias faltas. Patología muy común y endémica del mundo entero».


¿Cómo podemos evitar estas cosas? El Señor nos da la respuesta en el versículo 5: «Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano». En otras palabras, debemos comenzar por nosotros, por reconocer que no somos «tan perfectos» como pensamos que somos, es decir, dejar la soberbia de creer que somos mejores que tal o cual. Debemos proponer de manera consciente el evitar este tipo de conductas; porque recordemos lo que nos dice su Palabra:


Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. (Santiago 4:11)


Así que, mis hermanos, dejemos de centrarnos en la paja en el ojo ajeno, para enfocarnos únicamente en las vigas que hay en nuestros ojos. Porque a nadie la gusta que hablen sus espaldas, sobre todo diciendo cosas malas, por esta razón, sigamos el mandamiento del Señor, que dijo: «Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos» (Lucas 6:31)


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