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  • Foto del escritorAlexis Sazo

Pérdida de memoria



Dad gracias al Señor, porque Él es bueno; porque para siempre es su misericordia. (Salmos 118.1 LBLA)


A veces, cuando enfrentamos momentos difíciles, tal vez contraemos amnesia espiritual y nos olvidamos del amor y los cuidados continuos de Dios. Pero una buena manera de recuperar un corazón agradecido es apartar un tiempo en el cual no haya distracciones y recordar de manera intencional cómo nos proveyó el Señor en el pasado y dar gracias por ello. También es bueno ir a las escrituras y mirar las experiencias de Job, Elías, David, etc. a quienes les tocó vivir duros momentos con un propósito para sus vidas de parte de Dios; el primero lo perdió todo, incluso su salud, el segundo fue amenazado de muerte y tuvo que huir, y el tercero fue perseguido por Saúl para matarlo por envidia. Al pensar en la vida de estos hombres vienen a mi mente las palabras del Señor Jesús a Pedro:


Ahora tú no comprendes lo que yo hago, pero lo entenderás después. (Juan 13.7 LBLA)


Uno de los mejores ejemplos para esta «amnesia espiritual» es cuando el pueblo de Israel se encontraba en aquel desierto caluroso y árido, en donde experimentaron una «pérdida de memoria» en cuanto a lo que Dios había hecho por ellos en Egipto. Y lo que es peor, empezaron a desear volver a Egipto y disfrutar de todos sus alimentos (Éxodo 16.2-3); después, se quejaron porque no tenían agua (17.2).


Cada vez que leo acerca de la salida de Israel de Egipto, no dejo de asombrarme de cuán parecidos somos nosotros con ellos. Los israelitas habían olvidado los actos milagrosos que había hecho el Señor para liberarlos del pesado yugo de la esclavitud; y de todas las riquezas que les había provisto en abundancia al salir de Egipto (12.36). ¡Cuántas veces nosotros hacemos lo mismo! Las circunstancias del momento nos nublan la vista y causan esta «amnesia». Los israelitas no recordaban la gracia con que Dios les había suplido en el pasado; y nosotros hacemos exactamente lo mismo.


Si miramos el versículo del encabezado, vemos como Dios, a través del salmista, nos desafía a dar gracias al Señor, porque Él es bueno y porque para siempre es su misericordia. Debemos darle gracias porque Él prometió estar siempre presente para ocuparse de sus hijos.


Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28.20 RVR60)


Al recordar situaciones específicas en las que el Señor nos proveyó en el pasado, podemos mejorar nuestra perspectiva para el presente y especialmente para el futuro. Pidámosle a Dios que no olvidemos su amor, su misericordia y paciencia para con nosotros en el pasado. Para que nunca olvidemos que «hasta aquí nos ayudó Jehová» (1 Samuel 7.12).


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