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Orar para reponernos



Cuando ya era de día, salió y se fue a un lugar desierto; y la gente le buscaba, y llegando a donde estaba, le detenían para que no se fuera de ellos. (Lucas 4:42)


Había sido un día muy agitado para el Señor. Se encontraba visitando la ciudad costera de Capernaum, pero no de vacaciones. Primero, fue a la sinagoga a enseñar. Allí echó a un espíritu inmundo de un hombre. De ahí caminó hasta la casa de Pedro, en donde sanó a la suegra de este, la cual estaba con fiebre. Más tarde, ese mismo día, se reunió una multitud enorme de gente a la puerta de aquella casa, y Jesús pasó una buena parte de la noche curando enfermos y echando fuera demonios (Marcos 1:32–34). Imaginemos el agotamiento que debe haber sentido cuando el último de los que fueron que asistieron se fue de allí.


El Señor merecía un día libre o al menos una oportunidad para dormir hasta tarde. ¿Pero qué leemos en su Palabra? Nos dice en el evangelio de Marcos 1:35 «Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba» (Marcos 1:35). El Señor sabía que su ministerio lo llevaría a otras ciudades y a miles de personas más que necesitaban sus manos sanadoras. Sabía que no podía quedarse hasta tarde durmiendo, porque la mies es mucha. ¿Cómo se fortalecía para seguir adelante en su ministerio? Su más alta prioridad era orar, era allí donde «recargaba su batería». Después de un día tan duro y más tareas agotadoras por delante, se alejó de todo para orar.


Ahora le pregunto a usted, amado(a) hermano(a): ¿Estuvo increíblemente ocupado ayer? ¿Le espera otro día igual? ¿Necesita fuerzas para seguir adelante? Sigamos el ejemplo de nuestro Señor, es decir, saquemos tiempo para estar a solas con Dios en oración, pues Él nos dará nuevas fuerzas. Esta es una promesa:


¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas [énfasis añadido]; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. (Isaías 40:28–31)


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