En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración. (Romanos 12.11–12 RVR60)
Creo que nadie elige voluntariamente tener una vida llena de dificultades, pero a veces nos vemos en medio de una. Sin embargo, lo que sí podemos elegir es cómo respondemos ante estas dificultades. Muchas veces no podemos evitar las dificultades que nos agobian, pero sí podemos elegir sucumbir o no a la desdicha. Digo esto, no solo por los versículos del encabezado, sino por lo que nos dicen las escrituras.
Primeramente, encontramos que Dios nos manda a estar gozosos constantemente, pues dice su Palabra: «Estad siempre gozosos» (1 Tesalonicenses 5.16 RVR60). Si miramos este pasaje, nos daremos cuenta que Dios no pone cláusulas, no dice: «Estad siempre gozosos cuando todo vaya bien»; no, no es lo que dice. Nuestras circunstancias de vida no deben afectar o influir en nuestro gozo.
En segundo lugar, no debemos darle lugar a la amargura, a los sentimientos de desdicha, porque dice: «Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos» (Hebreos 12.15 NTV). La amargura es como un veneno que se expande infectando y destruyendo los tejidos del cuerpo. El autor de Hebreos compara a la amargura como una raíz. A todo aquel que le gusta la jardinería sabe de sobra que si uno permite que un pequeño brote o una raíz de alguna maleza crezca, invadirá todo el jardín.
Quizás alguien se preguntará, ¿pero y cómo le hago para estar siempre gozoso a pesar de las circunstancias y dificultades de la vida? Podemos mirar lo que dice en Romanos capítulo 5. En él podremos encontrar la respuesta divina para ello. Dice en los versículos 1 y 2 que primeramente debemos centrar nuestra atención en la persona de Cristo, ya que estos versículos nos dicen que tenemos paz con Dios por medio de su Hijo Jesucristo; acceso a la gracia y esperanza de una gloria futura.
En los versículos 3 y 4 nos dice que tenemos la seguridad que la tribulación produce paciencia , lo cual a su vez refuerza el carácter y conduce a la esperanza. Por último, en los versículos 5 y 6 se nos dice que tenemos una esperanza que no avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones.
Además de lo anterior, Dios nos dice en Filipenses 4.8: «Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad». Así que, hermanos, llenemos nuestras mentes y corazones de estas verdades, para que independientemente de las situaciones en las que nos encontremos podremos optar por el gozo.
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