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  • Foto del escritorAlexis Sazo

Oídos atentos




El que tiene oídos para oír, oiga. (Mateo 11:15)


Cuando oramos a Dios, por lo general, los creyentes lo llenamos de peticiones, lo cual no está mal, porque su Palabra dice: «Clama a mí, y yo te responderé» (Jeremías 33:3). Y en Salmos dice: «Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos» (Salmos 34:15). La pregunta es: ¿estamos nosotros igual de atentos a las palabras de Dios?


Un cristiano contó una experiencia que le pasó con una máquina de fax, él dijo: Cuando me mudé a un área rural, descubrí que mi fax transmitía mensajes, pero no podía recibirlos. Todos los mensajes que llegaban se cortaban y traían estas frustrantes palabras: «Error de comunicación. Línea desconectada durante la recepción». Cuando el técnico fue a casa a revisar qué pasaba, luego de mirar todo dijo: «Hay demasiada resistencia y ruido en su línea telefónica». Pero después de dos horas de investigar, revisar cables y apretar conexiones logró resolver el problema.


La experiencia de este hermano nos hace pensar en cómo es nuestra ilustración con Dios. Es fácil «transmitirle» peticiones a través de la oración, sin embargo, es mucho más difícil recibir mensajes que Él quiere que nosotros escuchemos. Esto es como lo que pasa en las sociedades occidentales de hoy en día, todos quieren ser escuchados, pero nadie quiere escuchar a los demás. Los creyentes también hemos caído en eso, nos gusta hacer monólogos con Dios, en donde solo Él tenga que escuchar lo que nosotros le queremos decir. No obstante, si hacemos esto, jamás podremos tener una verdadera comunión con Dios.


Mis hermanos, no debemos dejar que la «resistencia» del pecado de nuestro viejo ser, así como el «ruido» de los afanes de esta vida, interrumpan nuestra comunicación con Dios, especialmente cuando leemos y estudiamos su Palabra, escuchamos un sermón en internet o la iglesia local donde nos congregamos.


Hoy tenemos una oportunidad de «limpiar la línea» de comunicación con Dios. Dejemos los monólogos y aprendamos a conversar. Démosle toda nuestra atención y escuchemos detenidamente en su Palabra.


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