
En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación. (Salmo 62:1)
¿Es usted «nomófobo»? Es decir, ¿padece usted esta adicción del siglo 21 que consiste en depender excesivamente del teléfono móvil? Este fenómeno es debido al miedo a estar solo en medio de un mundo indiferente, y a veces hostil. La nomofobia lleva a las personas a no poder separarse de su teléfono por temor a tener un ataque de ansiedad. Es cierto que como humanos a veces nos sentimos muy solos, incluso en medio de una multitud.
Dios le dijo a Josué antes de entrar en Canaán: «No te dejaré, ni te desampararé» (Josué 1:5). Su promesa de cercanía con sus criaturas es desde antaño, pues dice en Salmos: «Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras» (Salmos 145:18). Por eso es que cuando el Señor Jesús vino a la tierra se acercó a las personas necesitadas y solas. Y es más, al momento de volver a su Padre, hizo una maravillosa promesa a sus discípulos: «He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20). Desde hace aproximadamente dos mil años, una multitud de creyentes se ha beneficiado de esta promesa.
Aunque nunca debemos olvidar que para poder darnos tan maravillosa promesa, primero tuvo que ser abandonado por su Padre mientras estaba clavado en una cruz. Dios lo abandonó durante tres horas terribles en las cuales expió nuestros pecados. En otras palabras, Él fue desamparado para ampararnos a nosotros. Y lo mejor de todo es que nada ni nadie «nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 8:39).
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