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NO DEBEMOS DEJAR DE ORAR AL SEÑOR, PUES SIN ORACIÓN, NO HAY CONEXIÓN CON DIOS





Dice la Palabra de Dios: Orad sin cesar (1 Tesalonicenses 5.17 RVR60). La pregunta es, como creyente ¿cuánto oramos? ¿Solo para darle gracias al Señor por los alimentos que nos vamos a servir? ¿Antes de dormirnos? ¿Siquiera oramos todos los días?

Si la Palabra de Dios nos manda a orar en todo tiempo, es porque sabe que Satanás anda cual león rugiente a quién devorar (1 Pedro 5.8). No podemos vivir pensando que tenemos un enemigo impotente que no nos puede dañar o hacernos caer, sino que debemos ser cuidadosos, someternos a Dios, para así poder resistir al diablo y sus ataques (Santiago 4.7).

Los cristianos, tenemos que leer y estudiar las escrituras a diario, pero por sobre todas las cosas, debemos orar en todo tiempo, porque hacer esto nos permite vencer a las tentaciones que sufrimos en nuestra carne:

Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. (Mateo 26.41 RVR60)

Debemos orar para poder pelear la batalla contra los principados, las potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes; pues bien dice Pablo en este pasaje:

Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos. (Efesios 6.18 RVR60).

Es que, tenemos el mandato de no descuidar la salvación tan grande que hemos recibido de Dios (Hebreos 2.3); porque le costamos la vida al Hijo de Dios. Y no podemos (ni debemos) vivir desconectados de Dios, ya que sin oración no hay conexión y ahí es donde se aprovecha el maligno para hacernos caer. Porque bien nos dijo el Señor Jesús:

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. (Juan 15.5 RVR60)

Mis hermanos, vivimos en tiempos peligrosos (2 Timoteo 3.1) y, hoy más que nunca, necesitamos de nuestro Señor a cada momento del día, pues somos bombardeados por la maldad que crece y crece con cada día que pasa. Pero no nos desesperemos, porque bien nos dice su Palabra:

Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. (Hebreos 12.1–2 RVR60)

Así que, hermanos, oremos en todo momento y sin descanso, para que podemos resistir todos los embates de nuestros enemigos.


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