Alexis Sazo
No basta con saber

Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. (Santiago 1:22)
Un joven vendedor de libros se acercó a un granjero y comenzó a hablarle del fantástico libro que estaba vendiendo. Le dijo que en él encontrará toda la información necesaria para administrar una granja que le produjera ganancias. El libro incluía valiosa información como: cuándo sembrar, cuándo cosechar, cómo predecir el tiempo, cómo cuidar el ganado, etc. todo lo que le daría éxito a un granjero. El granjero lo escuchó pacientemente hasta que el joven terminó y luego dijo: «Yo sé toda esa información que contiene su libro. Mi problema es ponerla en práctica».
Este puede ser el problema de muchos de nosotros cuando leemos la Biblia. Porque aunque sabemos todo lo que hay en ella, conocemos sus doctrinas que se enseñan allí, de todas formas nos resulta difícil poner en práctica lo que leemos en ella. De ahí que Dios, a través del apóstol Santiago, nos diga que no basta con ser oidores de la Palabra, sino que tenemos que ponerla en práctica. Los versículos que siguen después del verso del encabezado profundizan la idea:
Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. (Santiago 1:23–25)
Había un creyente que escribía «SPC» al margen de algunas páginas de las escrituras. Un día alguien le preguntó qué significaban esas letras y él dijo: «Sí, ¿pero cómo?» Y agregó: «estoy de acuerdo con lo que dice el autor, pero no sé como pasar esa verdad de la Biblia a mi vida».
¿Tiene ese mismo problema? Si es así, no se desanime, lo que debe hacer es orar a Dios para que le ayude a entender de mejor manera su Palabra y le de la sabiduría para ponerla en práctica; del mismo modo que lo hacía el salmista que dijo:
Dame entendimiento, y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón. Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad. (Salmos 119:34–35)
Use este versículo para orar a Dios, dígale que desea poner en práctica su Palabra, pero no sabe cómo y Él responderá y no solo le mostrará la manera en cómo ha de hacerlo, sino que también le proveerá de las fuerzas para que lo pueda llevar a cabo.