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Navegar hacia la esperanza



 

En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron. (Salmos 9:10)

 

Durante años, un emigrante afgano deambulaba entre Asia y Europa. Cuando llegó a Francia, quiso ir a Inglaterra en busca de una mejor vida. Entonces, con algunos objetos reciclados, construyó una balsa para atravesar el Canal de la Mancha. Usó tablas para el marco, poliestireno plastificado para el flotador, una pata de mesa y un bastón de pesca para el mástil, una sábana para la vela. El hombre navegaba en su embarcación cuando los equipos de rescate lo interceptaron y lo llevaron a su punto de partida. Entonces explicó que navegaba hacia la esperanza, y que su esperanza estaba por desmoronarse.


Vivir sin esperanza es trágico. Creer que uno no tiene futuro, que la vida no tiene sentido, puede conducir incluso a lo peor. Para atravesar las dificultades de la vida, uno puede «echar mano de lo que pueda», o bien poner su confianza en Dios. Y la diferencia es inmensa, pues el que cree en Dios y en sus promesas tiene todo lo que Dios es en su amor, sabiduría, fidelidad, poder y soberanía. Bien dice en el libro de los Salmos: «Nuestro socorro está en el nombre de Jehová, que hizo el cielo y la tierra» (Salmos 124:8).


Además, esto es lo que Dios, para quien es imposible mentir (Hebreos 6:18), declara a cada uno:


–Él quiere darle «la esperanza de la vida eterna» (Tito 1:2).


–Está con aquel que pone su confianza en Dios todos los días de su vida, tanto en los buenos como en los malos (Mateo 28:20).


–No permitirá que la prueba sobrepase lo que puede soportar (1 Corintios 10:13).


–Todo obedece a su voluntad (Proverbios 21:1).


El Dios que hace tales promesas es un Dios de amor y misericordioso; está presto a revelarse al que le busca, que quizás sea usted.


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