Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos. Asimismo, muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata. (Hechos 19:18–19)
Como ocurrió en Éfeso hace aproximadamente 2000 años, así sucede aún hoy en día: personas que oyen el evangelio, quienes tras convertirse, desechan los errores que habían conocido antes de su conversión.
Un matrimonio tamil (personas que pertenecen a un pueblo que habita en el sudeste de la India y parte de Sri Lanka) que vive en Francia y que era hinduista, al visitar una feria encontró un puesto de literatura cristiana y allí compró una Biblia. Dos años después los esposos volvieron al mismo lugar, esta vez para agradecer que les hubieran recomendado una Biblia, la cual les había cambiado la vida. El hombre dijo: —en ella descubrí al Señor Jesús y le recibí como mi Salvador personal. Mi esposa tuvo la misma experiencia, al igual que mis hijos. Como yo era hinduista y practicaba la astrología, renuncié a ello y dejé de lado todos los libros y objetos relacionados con el culto a los ídolos. Fue tal el cambio en nuestras vidas, que amigos y conocidos nos preguntaron qué nos había pasado para que les pareciéramos tan felices. Les contestamos: —Lean la Biblia y descubrirán el mismo tesoro. El matrimonio prosiguió diciendo: —Ahora somos 60 familias de la misma parentela que hemos llegado a ser cristianos.
La experiencia de aquellos hermanos, es tal como le decía Pablo a los tesalonicenses, quienes se convirtieron «de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero» (1 Tesalonicenses 1:9), dejando atrás aquella vida pagana.
El evangelio del Señor Jesús sigue siendo tan efectivo ayer como lo es hoy, pues «es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree» (Romanos 1:16), y puede cambiar las vidas de cualquier que se acerca a los pies de la cruz de Cristo, buscando salvación para su alma y perdón de pecados.