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  • Foto del escritorAlexis Sazo

Malhumor


Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados (Hebreos 12:15).

Basta tomar el transporte público para ver en muchos rostros el cansancio, las preocupaciones, la tristeza, el malhumor engendrados por las tensiones de la vida moderna. Se puede comprender que esto ocurra en aquellos que no tienen otro horizonte que esta tierra. Porque «al raudal» de malas noticias (a menudo preocupantes) que se oyen a diario, se agregan los problemas personales que cada persona tiene. Sin embargo, para el creyente, esto no es normal o más bien, no debería ser la norma; nada debería quitarnos el gozo. Es que si cada mañana pasamos un tiempo con nuestro Dios a través de la lectura de la Biblia y la oración, en nuestros rostros debería reflejarse el gozo, la paz y la felicidad. No obstante, no es la norma.

Hubo una niña pobre, que vivía en un barrio miserable, la cual fue llevada a un hospital cristiano en un día de Navidad. Allí oyó contar la historia de Jesús, la que la llenó de alegría. De pronto, a su habitación entra una enfermera y la niña dice:

—¡Oh, qué hermosos días voy a pasar aquí!, dijo ella a la enfermera. —¿Sabe usted que Jesús ha nacido?

—Por supuesto, contestó la enfermera.

—¿Usted lo sabía? No tiene aspecto de saberlo. Respondió la niña.

—¿Qué aspecto tengo entonces?, preguntó la enfermera, algo desconcertada. En este momento tomó conciencia de que su rostro malhumorado contradecía «las nuevas de gran gozo» (Lucas 2:10) que pretendía conocer.

Mis hermanos, el Señor Jesús, se humilló al venir a este mundo para dar su vida por nosotros con el fin de darnos la salvación de nuestras almas, y más encima, prometió estar con nosotros todos los días (Mateo 28:20). ¿No es esto motivo suficiente para que nuestros corazones canten con gozo durante todo el día? Porque como creyentes tenemos demasiadas razones por las cuales «estar siempre gozosos» (1 Tesalonicenses 5:16). Dejemos el malhumor para el mundo, y nosotros vivamos vidas gozosas en Cristo.


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