Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. (Hebreos 5:11–14)
En este pasaje, el autor de Hebreos expresa una preocupación profunda por aquellos creyentes que, aunque llevan tiempo en la fe, no han crecido espiritualmente. La imagen de la “leche” y el “alimento sólido” ilustra el estado de madurez de los creyentes: mientras algunos todavía dependen de lo básico, Dios espera que maduremos y estemos listos para enseñanzas más profundas.
Estos versículos nos invitan a autoevaluarnos: ¿Estamos avanzando hacia una madurez espiritual que se refleja en nuestras decisiones, pensamientos y acciones? O ¿seguimos aferrados a los conceptos básicos de la fe, sin ir más allá? Este tipo de madurez no es solo una acumulación de conocimiento, sino una transformación en nuestro carácter, donde llegamos a discernir con claridad lo que es bueno y lo que es malo (v14).
Dios nos llama a ejercitar nuestros sentidos espirituales a través de la Palabra y la oración constante, no solo para obtener conocimiento, sino para que, mediante el uso, nuestro discernimiento crezca. Si hoy examinamos nuestra vida espiritual, ¿estamos preparados para el “alimento sólido”? Tal vez el Señor nos está llamando a profundizar en nuestra relación con Él, a dejar atrás una fe infantil y a convertirnos en un ejemplo para otros, comprometiéndonos con Él y con lo que desea que nosotros hagamos con los dones que nos ha dado.
Comments