Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba. (Lucas 5:16)
La comunicación es vital en cualquier tipo de relación, por ejemplo, padres e hijos, esposos, jefe y empleado, entrenador y atleta, etc. Pero la relación más importante que todo ser humano puede tener es la de Dios con sus criaturas. Para que nosotros podamos tener una relación íntima con nuestro Padre, debemos orar a diario y sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17).
Nuestro Señor es el modelo a seguir, y durante el tiempo que vivió acá en la tierra, Él nos mostró con su ejemplo la importancia de mantenernos en estrecho contacto con Dios. Los evangelios nos hablan de casi 20 ocasiones en las que el Señor oró a su Padre. Él oró en diferentes circunstancias, como por ejemplo: en su bautismo (Lucas 3:21), durante breves descansos en su ministerio (Lucas 6:12), antes de resucitar a Lázaro (Juan 11:41). Además, oró por diferentes cosas: por guía (Lucas 6:12–13), para expresar su deseo de hacer la voluntad de su Padre (Mateo 26:39) y para dar gracias por la comida (Juan 6:11), por mencionar algunas.
A muchos les gustaría decir que Jesús era un guerrero de la oración, aunque lo cierto es que lo fue. Pero es hermoso pensar que siendo Dios mismo humanado, aquel en quien mora todo el poder del universo, no obstante, acudía a Dios el Padre en oración. Por difícil que eso sea de entender, la lección que nos enseña es fácil de asimilar: si Jesús necesitaba comunicarse con Dios para lograr su misión, ¡cuánto más necesitamos orar nosotros!
Y usted hermano: ¿busca a Dios en oración cada día y continuamente?
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