top of page
  • Foto del escritorAlexis Sazo

Episodio #55: Los cristianos Leviatán

Actualizado: 23 sept 2020



 

Nota: Esta es la transcripción de un episodio del podcast Edificados en Cristo. Para escuchar el episodio del podcast hacer click aquí.

 

¡Sean todos muy bienvenidos a un nuevo episodio más en su podcast, Edificados en Cristo! Mi nombre es Alexis. Y el día de hoy les traigo un episodio titulado: Los cristianos Leviatán. Pero antes, demos paso a la intro y los veo enseguida.


En el capítulo 41 del libro de Job, encontramos que Dios le habla a este hombre sobre una criatura llamada Leviatán. Y según el Nuevo diccionario de la Biblia de Lockward dice que esta es una palabra que se utiliza en la Biblia, mayormente en los libros poéticos, para designar a un gran monstruo acuático. Para quien no sepa, los libros poéticos y de sabiduría de la Biblia son: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares.


En este capítulo 41 de Job, se nos dice cuál es la característica más sobresaliente de esta criatura: es el rey sobre todos los soberbios (esto está en el verso 34). Y aunque en el episodio #50 hablé sobre la soberbia, sin embargo lo hablé como un tema en general desde el punto de vista del pecado y no hablé tanto del soberbio en sí y sus características. Así que, en este episodio quiero hacer una comparación entre esta criatura y los cristianos, quienes muchas veces estamos llenos de soberbia o de plano, somos soberbios.


Para quien no haya escuchado el episodio #50 sobre la soberbia, yo me confieso como un soberbio en rehabilitación, rehabilitación que solo es posible únicamente en Dios, a través del Espíritu Santo y obedeciendo el mandato del Señor, quien dijo:


Y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. (Mateo 11.29)

Entonces, quiero comenzar diciendo que los que padecemos de este pecado tan horrible y despreciable a los ojos de Dios, desestimamos a todos, porque no son como nosotros. Y desde los primeros versos vemos al Leviatán desestimando a todos, pues los métodos convencionales de pesca no tienen ningún efecto sobre él, ya que dice:


¿Sacarás tú a Leviatán con anzuelo, o sujetarás con cuerda su lengua? ¿Pondrás una soga en su nariz, o perforarás su quijada con gancho? (Job 41.1–2 LBLA)

Asimismo, nada de lo que otros nos puedan decir nos afecta, todo es inservible, porque no es algo “digno de nosotros”; tal como con este Leviatán, ya que dice:


Estima como paja el hierro, y el bronce como leño podrido. Saeta no le hace huir; las piedras de honda le son como paja. Tiene toda arma por hojarasca, y del blandir de la jabalina se burla. (Job 41.27–29)

Los cristianos de este tipo no reciben consejos, ni tampoco exhortaciones de nadie. Esto es así, porque los soberbios nos creemos “perfectos” y llenos de sabiduría; supuestamente, no cometemos errores como el resto y de hacerlo, jamás los reconoceremos, pues a nuestros ojos, vuelvo a decir, somos perfectos. Además, pedir perdón es una humillación. Los demás nos deben pedirnos perdón a nosotros que somos soberbios, pero nosotros jamás haremos tal cosa, porque reconocer que nos equivocamos es reconocer que somos iguales al resto. Sin embargo, las escrituras nos dicen que el único perfecto es Dios. Escuche:


El camino de Dios es perfecto. Todas las promesas del Señor demuestran ser verdaderas. Él es escudo para todos los que buscan su protección. (Salmos 18.30 NTV)

Como decía antes, uno de los rasgos de los cristianos Leviatán es que no reciben consejos de nadie, debido a esta supuesta perfección; que es lo mismo que vemos del Leviatán. Escuche:


¿Quién lo desnudará de su armadura exterior? ¿Quién penetrará su doble malla? ¿Quién abrirá las puertas de sus fauces? Alrededor de sus dientes hay terror. Sus fuertes escamas son su orgullo, cerradas como con apretado sello. La una está tan cerca de la otra que el aire no puede penetrar entre ellas. (Job 41.13–16 LBLA)

Por lo tanto, en esta clase de cristianos, los consejos, las palabras de amor o las exhortaciones son miradas en menos, porque esas palabras no salen de nuestras propias bocas o mentes soberbias, por lo tanto no son estimables y así como la piel externa del Leviatán no deja pasar nada, los cristianos soberbios tampoco dejan que las palabras que se les dicen por su bien les penetren.


Pero esto no se queda ahí solamente, sino que en esta pseudo perfección, le encontramos los errores a todos los demás, porque ya saben, todos se equivocan menos los soberbios que “somos perfectos”. Pues aunque se nos haga una exhortación que esté correcta, basada en las escrituras y con una perfecta exégesis, el soberbio siempre buscará la forma de justificar lo que hace, porque reconocer un error es pecado mortal. Y a decir verdad, como creyentes, cuando somos exhortados y tenemos esta actitud soberbia, podemos llegar, incluso, a tergiversar las escrituras con tal de justificar nuestras actitudes o dichos; la cual, es una característica que, lamentablemente, cada día toma más fuerza entre los creyentes. Pero ¿y qué nos dicen las escrituras al respecto?


Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. (2 Timoteo 2.15)

Las escrituras no nos dicen que el obrero de Dios usa bien la palabra para justificarse a sí mismo o a sus actos, sino que dice que la usa con verdad. Aquellos que no soportan ser exhortados, están llenos de soberbia y nosotros como creyentes, debemos soportar que nuestros hermanos nos exhorten, tal como, por ejemplo, el autor de Hebreos le dice a sus receptores. Escuche:


Os ruego, hermanos, que soportéis la palabra de exhortación, pues os he escrito brevemente. (Hebreos 13.22)

Nosotros como creyentes debemos estar prontos a recibir la exhortación de los hermanos, ya que esta está pensada para nuestro bien, así como para nuestro crecimiento espiritual; y no solo debemos estar dispuestos a recibir esta exhortación de parte de nuestros hermanos, sino también de parte de Dios (Hebreos 12.5), porque todos cometemos errores, pues el único hombre perfecto fue el Señor Jesús, de ahí en fuera, todos somos falibles. Sobre este tema ya hablé en el episodio #53 del podcast que es acerca de la reprensión. Y solo quiero mencionar unos versículos que usé en ese episodio. Dice así:


¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. (Salmos 19.12–13)

Por eso necesitamos que Dios, así como otros hermanos, nos exhorten y nos reprendan cuando nos hemos equivocado, porque tal como dicen los versículos de más arriba, no somos plenamente conscientes de los errores que cometemos a diario. Además, bien nos dice su Palabra:


Para quien sabe apreciarla, una sabia reprensión vale tanto como una joya de oro muy fino. (Proverbios 25.12 TLA)

Aunque los soberbios, al ser “tan perfectos” o tanto “mejores que el resto”, como consecuencia, tendemos a ponernos de ejemplo, pues “estamos por sobre los demás”, así como el Leviatán, pues bien dicen las escrituras:


Nada en la tierra es semejante a él, que fue hecho sin temor. Desafía a todo ser altivo; él es rey sobre todos los hijos de orgullo. (Job 41.33–34 LBLA)

A nuestros propios ojos, los soberbios somos lo mejor de esta tierra. Es por eso que a un cristiano Leviatán siempre le oirán decir: “Sean como yo o hagan las cosas como las hago yo”. O, sencillamente, los escucharán dando consejos de cómo hacer las cosas o cómo ser y comportarse en la vida diaria. Pero, no obstante, jamás los escucharán incluyéndose en los consejos que dan. Por ejemplo, en vez de decir algo como: “los creyentes, conforme a las escrituras, somos así o asá y debemos hacer tal o cual cosa”; los escuchará diciendo frases como: “usted debe hacer tal o cual cosa”, sin incluirse en el consejo que están dando, porque claro, a sus propios ojos, él o ella no necesitan de tal consejo. O, sencillamente se ponen de ejemplo mientras enseñan las escrituras desde el púlpito. No obstante ¿qué nos dicen las escrituras?


Más puede esperarse de quien reconoce que es tonto, que de un tonto que se cree muy sabio. (Proverbios 26.12 TLA).

Ahora, para continuar, se puede decir que otro de los rasgos de los cristianos Leviatán es que jamás se arrepienten o suplican por algo, tal como dice la Biblia acerca de esta criatura. Escuche:


¿Te rogará misericordia o suplicará compasión? ¿Querrá trabajar para ti y ser tu esclavo toda la vida? (Job 41.3–4 NTV)

Como ya mencioné antes, es una humillación para aquellos que padecemos de soberbia reconocer de manera abierta que nos hemos equivocado. Por lo tanto, un soberbio jamás se arrepentirá de algo que haya dicho o hecho, aunque sepa que ha obrado mal. Esto es porque el soberbio no se somete bajo ninguna persona, siendo que las escrituras nos dicen todo lo contrario:


Es más, sométanse unos a otros por reverencia a Cristo. (Efesios 5.21 NTV)

Esta es la actitud que como creyentes deberíamos tener no solo para con Dios, sino también para con nuestros hermanos, pues bien nos dice Dios a través del apóstol Pablo en Filipenses 2.3, que debemos estimar a los demás como superiores a nosotros mismos. De la misma manera como el Señor nos dijo:


El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. (Mateo 23.11–12)


Bueno, para continuar, otra característica que tenemos los cristianos Leviatán es que solemos ser muy duros en nuestra manera de hablar, pues como el resto no nos importa, solemos hablar sin considerar los sentimientos de los demás; igual como el Leviatán. Dice así su Palabra:


De su boca salen antorchas, chispas de fuego saltan. De sus narices sale humo, como de una olla que hierve sobre juncos encendidos. Su aliento enciende carbones, y una llama sale de su boca. (Job 41.19–21 LBLA)

Como decía, los soberbios hablan duramente, porque no les importa el resto. Pero esta no es la actitud que los creyentes debemos tener, porque la Palabra de Dios nos dice siguiente:


Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno. (Colosenses 4.6)

Pues, a decir verdad, hablar duramente con nuestros semejantes, y en especial con nuestros hermanos, solo demuestra nuestra falta de sabiduría, pues dicen las escrituras:


Hay quien habla sin tino como golpes de espada, pero la lengua de los sabios sana. (Proverbios 12.18 LBLA)

La última característica de la que quiero hablar es la de que los cristianos Leviatán no quieren que nadie sepa ninguno de sus problemas, ya que siempre debemos mostrarnos perfectos. Esto nos hace ser de corazón duro y egoísta, tal como el Leviatán. Escuche:


Su corazón es duro como piedra, duro como piedra de molino. (Job 41.24 LBLA)

Siempre recuerdo las palabras de un hermano que era uno de los ancianos de una iglesia local donde me congregué por algunos años en otra ciudad. Él decía: “No existen los cristianos llaneros solitarios”. Esto lo decía cuando quería recalcar que los cristianos estamos llamados a convivir con otros hermanos en una iglesia local y no aislados de todos; ya que como nos enseñan las escrituras, como creyentes somos parte de un cuerpo. Y en este contexto de los cristianos Leviatán que no quieren que nadie sepa sus problemas, las escrituras no solo nos llaman a que nos amemos los unos a los otros (Juan 13:34) o que nos ayudemos a llevar las cargas los unos a los otros (Gálatas 6.2), sino que nos dice que vayamos incluso más allá. Dice así su Palabra:


Confiésense los pecados unos a otros y oren los unos por los otros, para que sean sanados. La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos. (Santiago 5.16 NTV)

Mis hermanos, ya para concluir, nosotros como creyentes -tal como citaba las palabras del Señor al principio-, tenemos el mandato divino de ser humildes. Y si reconocemos a Jesús como nuestro Señor, es decir, como aquel que gobierna sobre nosotros en todo aspecto de nuestras vidas, no podemos imitar a esta criatura llamada Leviatán, porque es opuesta a lo que Dios nos llama, pues esta criatura es el rey de los soberbios; y su Palabra nos dice:


Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; pero con los humildes está la sabiduría. (Proverbios 11:2 LBLA)

Entonces, según las escrituras, ser soberbios es un acto de necedad, mientras que en la humildad hallamos la sabiduría. Así que, mis hermanos, propongamos ser sabios en nuestros corazones e imitemos a nuestro Señor Jesús, entregando nuestras soberbias en sus manos para que así él las extirpe de nuestros corazones.


Que el Señor les bendiga.



Para descargar este mensaje como PDF, haz click en el botón de más abajo.

Episodio 55 Los cristianos Leviatán
.pdf
Download PDF • 109KB

45 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page