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Lo que Dios dice con respecto al castigo y la disciplina



Cuando no se castiga enseguida un delito, la gente siente que no hay peligro en cometer maldades. (Eclesiastés 8:11 NTV)


Es una conducta sabia por parte de los padres el reprimir los instintos malévolos que anidan en el corazón humano, orgullo, malicia o crueldad. Se cuenta de la reina Carolina que habiendo observado que su hija, la princesa de Orange, había obligado a estar de pie durante largo tiempo a una sirvienta de la corte, resolvió darle una lección práctica. Cuando, por la noche, la princesa vino a pasar la velada con su madre leyendo, como tenía por costumbre, e iba a sentarse en una silla, la reina le dijo: 

—No, querida mía, no puedes sentarte ahora, sino que debes estar de pie tanto rato como has hecho estar de pie a la señora X. Debes acordarte que ella, aunque sirvienta, es un ser humano tanto como tú, y una hija de Dios, y nuestro supremo Señor nos ha dicho que «todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas» (Mateo 7:12).


Su Palabra nos muestra la importancia del castigo por el delito cometido, y nos deja muy en claro que, si no se hace justicia y se aplica disciplina de inmediato, los demás pensarán que no hay problema en hacer esa misma y otro tipo de maldades. En la ley de Dios, esto estaba muy claro, por ejemplo, en Deuteronomio 13, cuando habla sobre la adoración a los ídolos, y de cómo se le debía de dar muerte por lapidación a el o los transgresores, dice que esta justicia tenía el siguiente propósito: «Para que todo Israel oiga, y tema, y no vuelva a hacer en medio de ti cosa semejante a esta» (Deuteronomio 13:11).


En Latinoamérica, es fácil que entendamos esto de la falta de castigos, porque en aquellos países donde la corrupción abunda, la gente se desenfrena y hace el mal sin miramientos, porque saben que «no hay consecuencias». De ahí que Dios les diga a los padres: «Quienes no emplean la vara de disciplina odian a sus hijos. Los que en verdad aman a sus hijos se preocupan lo suficiente para disciplinarlos» (Proverbios 13:24).


Mis hermanos, oigamos lo que Dios nos dice, la disciplina es importante, en los países, en la iglesia, así como en el hogar. Y a los que son padres de hijos pequeños, pongan especial cuidado en lo que Dios ordena a los suyos con respecto a la crianza en disciplina y amonestación del Señor.

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