Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. (Mateo 5.9 RVR60)
Mi gran problema con este pasaje del sermón del monte, es que para el creyente promedio ¡suena demasiado familiar! Pues este es un texto que lamentablemente se entiende como «aprendido», sin embargo, no se aplica o se vive conforme a este mandamiento del Señor.
Los creyentes somos hijos de Dios (Juan 1.12), oramos el Padre nuestro (Mateo 6.9-13), vamos a la iglesia (Hebreos 10.25) y hasta hacemos buenas obras (Efesios 2.10). Y asumiendo que todo esto sea cierto, es decir, que hacemos todas estas cosas; entonces, ¿por cuál atributo se conoce a los cristianos actualmente? Quizás podamos nombrar varios, pero estoy seguro que «procurar la paz», no es uno de los primeros y más característicos.
Vivo en una de las zonas de mi país con la mayor cantidad de iglesias cristianas evangélicas; una zona, donde hermanos en la fe se dividen por el color de pintura del local de reunión donde se congregan; por la interpretación particular de un versículo específico de la Biblia, por ejemplo, el uso del velo entre las mujeres; etc. En todos estos conflictos y divisiones entre el cuerpo de Cristo, les aseguro, la paz no ha sido la mediadora del debate. Siendo que su Palabra dice: Sino que a paz nos llamó Dios. (1 Corintios 7.15 RVR60), esto dicho desde el núcleo primordial de la sociedad, que es el matrimonio.
Mis hermanos, somos un cuerpo, por lo tanto, no podemos estar separados por nimiedades. Por ejemplo, el cuerpo no se separa de un dedo del pie porque no es ojo o no se aleja del hígado, porque no es pulmón. Precisamente es lo que nosotros hacemos, especialmente hoy en día.
No obstante, no quiero -aunque no puedo- terminar esta reflexión con una conclusión alentadora y casi definitiva, prefiero dejar entre nosotros una meditación personal (comenzando por mí)
¿Procuramos la paz como Cristo nos enseña? ¿Vivimos de forma que podamos ser identificados como hijos de Dios? Porque recordemos que ser pacificadores es un requisito para poder ver al Señor:
Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. (Hebreos 12.14 RVR60)
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