Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. (Mateo 5.8 RVR60)
¿Quién puede decir a finales del año 2020 que mantiene o conserva su corazón limpio?
La palabra utilizada por el apóstol Mateo para denominar “limpio” en el griego original del Nuevo Testamento es kátharos (Κάθαρος), palabra que designa pureza en el sentido de inocencia, en un estado de pureza ritual o libre de culpa y pecado. Y William Barclay en su libro Palabras griegas del Nuevo Testamento - su uso y su significado dice: “Bienaventurados son aquellos cuyos móviles no tienen mezcla alguna, cuyos pensamientos son absolutamente sinceros, aquellos que son completamente ingenuos. ¡Qué llamamiento al autoexamen hay aquí! Esta es la bienaventuranza más exigente de todas. Cuando examinamos nuestros móviles con honestidad, nos sentimos humillados, porque encontrar un móvil sin mezcla alguna es lo más raro del mundo. Pero la bienaventuranza es para el hombre cuyos motivos son tan puros como el agua clara, y cuya ingenuidad le induce a hacer todo como si fuera para Dios. He aquí el modelo por el cual esta palabra, katharos, y esta bienaventuranza exigen que nos rijamos” [1].
Es en este sentido que Jesús nos llama a sus discípulos a hacernos como niños (Mateo 18.3). Sin embargo, vemos que el cristianismo de nuestros días se ha orientado a otras cosas que no tienen que ver con un corazón limpio, tales como: gobierno eclesiástico, edificios, instituciones, política, riquezas, poder, etc.
Mientras que cada uno de nosotros debería preguntarse: ¿Dónde ha quedado la búsqueda de la pureza de corazón entre nosotros? Porque este un requisito para entrar en la presencia de Dios en su reino, pues Él así lo manifiestó en el versículo del principio.
Generalmente, el ser humano está inclinado a buscar actividades que le reditúen en reconocimiento o placer, mientras que la vida de una búsqueda de la pureza del corazón sería todo lo contrario, es una vida de dependencia a Dios y esfuerzo por alcanzar la meta (Filipenses 3.13-14), pues por una parte nadie puede por sus fuerzas alcanzar la pureza, por lo cual es necesario aprender a vivir en dependencia de Dios (Juan 15.5); pues es Él quien con su Espíritu Santo nos va santificando cada día.
Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad. (2 Tesalonicenses 2.13 RVR60)
Por otra parte, la búsqueda de pureza comienza por nuestra determinación de elegir día a día buscar la santidad con la ayuda del Señor. Ya que la recompensa de este desafío del Señor es gloriosa y abundante, esto es, que le veremos cara a cara y podremos entrar en su presencia gozosos de haber sido fieles en lo poco para así ser puestos en lo mucho (Mateo 25.23).
[1] Barclay, W. (1977). Palabras griegas del Nuevo Testamento - su uso y su significado (p. 131). El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones.
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