Fuente: La Buena Semilla (modificado)
Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros. (Éxodo 12:13)
Conocí a una persona que durante años permaneció profundamente angustiada por su alma. Anhelaba saber con certeza si realmente era salva y si sus pecados habían sido perdonados por medio de la sangre de Cristo. tenía la sensación de que si muriera sin tener la seguridad de ser salva, estaría perdida para siempre. Iba de un lugar a otro para oír predicar la Palabra. Sin embargo, su angustia aumentaba, pues nada le otorgaba la paz. Creía que tenía que hacer algo para obtener la salvación. Trató de confiar en las divinas promesas, pero esto no le trajo ningún alivio.
Procuró servir a Dios, obedeciendo sus mandamientos, sin embargo, tropezaba a cada paso. También probó seguir ritos y ceremonias, pero todo en vano, pues nada funcionaba. Entonces, pensó que debía tener una fe más fuerte y trató de reflexionar acerca del valor de la sangre de Jesús, pero sin resultados. Finalmente supuso que Dios no aceptaba su fe como precio de su salvación. Con el corazón dolido por la angustia, ya no daba más.
Cuando llegó a ese estado de desesperación, leyó estas palabras: «veré la sangre y pasaré de vosotros». De repente, se esclareció su alma: entendió que Dios mismo había pronunciado estas palabras. Por fin comprendió la gran diferencia que hay entre que ella viera la sangre de Cristo y que Dios la viera, y pensó: Si en aquel tiempo Dios pudo valorar la sangre del cordero para salvación del pueblo de Israel; hoy, del mismo modo, valora la sangre de Jesús para que no me alcance el juicio. Y al fin la paz entró en su corazón.
¿Está usted en una búsqueda similar? No hay nada que usted pueda hacer o dejar de hacer que le dé la salvación de su alma, esta solo se encuentra en las manos de Dios y de su Hijo Jesucristo. Bien dice su Palabra: «Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo» (Hechos 16:31). Porque «en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hechos 4:12). Solo en Jesús hallará la salvación, crea en Él, pues solo allí terminará su larga búsqueda.
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