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  • Foto del escritorIris P.

LA VOLUNTAD DE DIOS



En Génesis 13 encontramos el relato cuando Abraham (en ese momento su nombre aún era Abram) y Lot se separan por causa de la gran cantidad de ganado que tenía cada uno. Aquí vemos que Lot escogió para sí mismo, mientras Abraham esperó a que Dios le dijera lo que Él le daba como herencia (Génesis 13.10-18).

En este relato Dios nos habla sobre hacer nuestra voluntad versus la voluntad de Él. Analicemos qué vió Lot. Primero miró hacia Zoar donde estaba Sodoma y Gomorra ¿y qué vió? Como huerto de Jehová, como tierra de Egipto (Gn. 13.10 RVR60). Vemos que su visión era un tanto confusa; mezcló dos conceptos totalmente opuestos: Edén con Egipto. Ese tipo de cosas nos pasan cuando tomamos las decisiones nosotros mismos; ya que tendemos a ver el mundo como si fuera un lugar apto para el cristiano, como si Dios estuviera en él, pero no, Egipto siempre será Egipto y nunca tendrá relación con Edén. Y luego leemos “y Lot escogió para sí” (Gn. 13.11 RVR60), lo cual es un error nefasto. Imponer y seguir nuestra voluntad por sobre la de Dios solo nos lleva a la ruina, por así decirlo, nos lleva únicamente hacia Sodoma y Gomorra.

Ahora veamos a Abraham. Él esperó tranquilamente sin elevar su vista y fue Dios quien le dijo “Alza tus ojos y mira” (Gn. 13.14 RVR60). Él esperó hasta que Dios le dio la orden, se mantuvo a la espera de la voluntad de Dios y por eso no se equivocó. Nos dicen las escrituras que Lot sufría diariamente en Sodoma al ver la conducta de las personas de aquella ciudad (2 Pedro 2.7). Mientras que si seguimos leyendo el libro del Génesis podemos ver que Abraham recibió todo lo que se le prometió, porque esperó la voluntad de Dios. Por otra parte la promesa de Dios a Abraham fue más allá de lo que él mismo siquiera imaginó, pues nos dice su Palabra:

Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. (Gálatas 3.7 RVR60)

A veces, los cristianos, no estamos acostumbrado a reconocer la voz de nuestro Dios y claudicamos como el pueblo de Israel:

Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra. (1 Reyes 18.21 RVR60)

Todo hijo de Dios debe aprender a esperar pacientemente en Dios para conocer su voluntad. Pero si nuestra fe es muy poca y no sabemos si es o no la voluntad de Dios, podemos seguir el ejemplo de Gedeón:

Y Gedeón dijo a Dios: Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho, he aquí que yo pondré un vellón de lana en la era; y si el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda la otra tierra, entonces entenderé que salvarás a Israel por mi mano, como lo has dicho. Y aconteció así, pues cuando se levantó de mañana, exprimió el vellón y sacó de él el rocío, un tazón lleno de agua. Mas Gedeón dijo a Dios: No se encienda tu ira contra mí, si aún hablare esta vez; solamente probaré ahora otra vez con el vellón. Te ruego que solamente el vellón quede seco, y el rocío sobre la tierra. Y aquella noche lo hizo Dios así; sólo el vellón quedó seco, y en toda la tierra hubo rocío. (Jueces 6.36-40 RVR60)

No es lo ideal, pero Dios es paciente con nosotros y nos ama entrañablemente y si le pedimos que nos muestre su voluntad a través de alguna situación, Él lo hace; y cuando lo hace no cabe duda en ello, no es como Lot que vio a Edén y Egipto, que son dos conceptos opuestos. Cuando Dios habla solo podemos ver a Edén. Y como le dijo Elías al pueblo de Israel, no debemos claudicar entre dos pensamientos, sino que solo debemos seguir a Dios y así jamás nos equivocaremos.

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