Porque satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida. (Jeremías 31:25 RVR60)
En los años 60, a muchos jóvenes inquietos, se les hizo creer que drogarse y ponerse «high» era la manera de encontrar aquella «realidad» que con tanto ahínco buscaban. Sin embargo, esas «alturas» o «highs» como les dicen en inglés, no eran más que una ilusión efímera, no algo verdadero.
A diferencia de las «verdades» del hombre, Dios nos ofrece lo que es verdaderamente cierto. Él sabe que muchas veces buscamos en los lugares equivocados lo que anhela nuestro corazón. Sabe que podemos satisfacernos solo si lo conocemos a Él, y quiere que descubramos que Él es la verdad. Dijo el Señor Jesús: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14:6 RVR60). Y también dijo: «Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8:32 RVR60).
Algunas veces no somos capaces de ver la verdad, aun cuando esta está delante de nuestros ojos. Esto le pasó al apóstol Felipe, quien no entendía que el Señor Jesús era todo lo que Él necesitaba, puesto que le dijo a Jesús: «Señor, muéstranos el Padre, y nos basta». Pero el Señor Jesús le respondió: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Juan 14:8–9 RVR60). Al decir aquello estaba afirmando que Él era igual a Dios el Padre, y por eso es todo lo que necesitamos.
El mundo siempre nos ofrecerá sucedáneos de la verdad, cosas que son efímeras y que en vez de saciar nuestra sed, nos dejan más sedientos; es como si tomáramos un vaso de arena en vez de uno de agua para saciar la sed. Dios nos ofrece el agua, pero el mundo nos ofrece arena para saciar nuestra sed.
Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. (1 Juan 2:16–17 RVR60)
Dios es el único que nos puede dar verdadero significado y completa satisfacción a nuestras vidas. Así que, dejemos de buscar en otro lado lo que solo se encuentra en Cristo Jesús.
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