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La verdad en tiempos de confusión



¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos! ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar bebida; los que justifican al impío mediante cohecho, y al justo quitan su derecho! (Isaías 5:20–23)


En este pasaje, el profeta Isaías lanza una advertencia contundente sobre la inversión de valores, los que podemos observar en la sociedad de hoy en día. En nuestra cultura actual, donde con frecuencia se confunden los límites morales y éticos, estas palabras resuenan con gran relevancia. Vivimos en tiempos donde lo que es claramente malo puede ser justificado o incluso aplaudido, y lo que es bueno y recto es a menudo criticado o ridiculizado.


Como cristianos, debemos pedir constantemente a Dios que nos conceda discernimiento para distinguir entre el bien y el mal. En una era donde la verdad es relativa para muchos, la Palabra de Dios permanece como la única fuente de verdad absoluta. La pregunta es: ¿Estamos dedicando tiempo suficiente para meditar en la Escritura y permitir que moldee nuestra perspectiva?


Ahora, Isaías menciona a aquellos que son «sabios en sus propios ojos». Esto nos habla de que la autosuficiencia y el orgullo son peligrosos. Y es por esa razón que necesitamos una actitud de humildad, reconociendo nuestra dependencia total de Dios para la sabiduría y la guía en cada aspecto de nuestra vida (Juan 15:5).


Finalmente, en nuestra interacción con otros, debemos ser defensores de la justicia y la verdad. Esto significa no justificar el pecado en nosotros mismos, ni mucho menos en los demás, además de ser una voz que defiende los principios bíblicos sin comprometerse con las influencias corruptoras del mundo.


Así que, hermanos, demos gracias a Dios por su Palabra, que es luz en medio de las tinieblas, asimismo, pidamos que nos ayude a discernir lo bueno de lo malo, especialmente lo sutil de nuestros días, para vivir conforme a su verdad. Y sobre todo, pidamos que se nos dé humildad para reconocer nuestras limitaciones y dependencia de Él. Y también, pidamos que seamos portadores de justicia y defensores de la verdad en cada área de nuestra vida. 

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