Nota: Esta es la transcripción de un episodio del podcast Edificados en Cristo. Para escuchar el episodio del podcast hacer click aquí.
¡Sean todos muy bienvenidos a un nuevo episodio más de su podcast Edificados en Cristo! Mi nombre es Alexis y el día de hoy les traigo un episodio titulado: La soberbia. Pero antes, demos paso a la intro y los veo enseguida.
Si yo le preguntara ¿cuál fue el primer pecado? Usted posiblemente piense en la desobediencia de Adán y Eva; no obstante, ese no fue el primer pecado, ya que este se originó en el cielo y no en la tierra. Escuche:
Pero tú dijiste en tu corazón: “Subiré al cielo, por encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono, y me sentaré en el monte de la asamblea, en el extremo norte. “Subiré sobre las alturas de las nubes, me haré semejante al Altísimo.” (Isaías 14.13–14 LBLA)
En estos versículos vemos a Dios hablando sobre el pecado de Satanás; digo que habla Dios, ya que nadie más puede conocer los corazones, sino solo él (Jeremías 17.9-10). Entonces, Dios nos relata cómo el diablo pecó en su corazón deseando ser igual a él, es decir, a Dios. Ese deseo del maligno se llama soberbia, la cual es un pecado. Escuche:
Esto es pecado: Los ojos altivos (o soberbios), el corazón orgulloso y los planes malvados. (Proverbios 21.4 RVC)
En caso de que alguien no tenga muy claro lo que es la soberbia, permítanme compartirles la definición del nuevo diccionario bíblico Ventura, que dice así:
Soberbia: Un deseo y pretensión de superioridad sobre los demás, junto con un rechazo de sometimiento a Dios; pretensión de autosuficiencia y autoexaltación. Es un estado opuesto al de la humildad. El soberbio no reconoce su dependencia como criatura de su Creador, ni la mutua dependencia con sus semejantes.
Cabe señalar el hecho de que Satanás haya tomado la forma de una serpiente en el huerto de Edén es muy gráfico, ya que al igual que estos reptiles, el diablo “le inyectó” el veneno a Eva, tras “morderla” con sus mentiras. Este veneno de soberbia, se manifestó en una desobediencia al mandato de Dios. Pues nos dicen las escrituras:
Entonces la mujer se dio cuenta de lo hermoso que era el árbol, de lo deliciosos que eran sus frutos y lo tentador que era tener aquel conocimiento; así que tomó del fruto y comió, dándoselo seguidamente a su marido que estaba junto a ella y que también comió. (Génesis 3.6 LP:EMD)
La soberbia de Eva, fue codiciar el ser más de lo que era, que fue lo mismo que deseó el maligno al querer ser igual a Dios. Eva anheló traspasar el límite impuesto por Dios para así ser más como él y fue esta soberbia la que la motivó a desobedecer a Dios. Aunque lo interesante de la mentira del diablo, es que el ser humano no necesitaba nada para ser como Dios, pues ya éramos como él, ya que habíamos sido creados a su imagen y semejanza (Génesis 1.26-27). Y en vez de asemejarnos más a él al comer del fruto, pasamos de la semejanza de Dios a la semejanza del diablo.
De hecho, este pecado de la soberbia es la raíz de todas nuestras desobediencias, ya que debido a ella no queremos someternos a Dios; pues desde aquel fatídico día, solo queremos hacer nuestra propia voluntad y no la de Dios. Su palabra nos dice que Dios aborrece profundamente este pecado. Escuche:
Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos. (Proverbios 6.16–19)
Esta palabra altivo, es un verbo que en el original hebreo significa: elevar, levantar o ser exaltado. Si bien tiene varios sentidos, pero el usado aquí es precisamente el de la soberbia, pues describen la altivez y jactancia de la gente, exaltándose unos por sobre otros. Además, es interesante destacar que la soberbia es la primera de las siete cosas que detesta Dios, por lo tanto, podemos hacernos una clara idea de cuánto detesta Dios este pecado.
Pero ¿por qué a Dios le desagrada tanto la soberbia? Se preguntará alguien. Pues porque es una oposición abierta contra él. Es el deseo de los seres humanos de no querer conformarse con los límites que él nos impuso; ni tampoco el someternos a los mandamientos que puso sobre nosotros y que rebeldemente queremos quitar. Es por eso que su Palabra nos dice que: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. (Santiago 4.6). Dios no puede tolerar a los soberbios y por eso es que los humilla, pues dice:
Porque tú salvarás al pueblo afligido, y humillarás los ojos altivos. (Salmos 18.27)
Mis hermanos, la soberbia únicamente nos aleja más y más de Dios; y si esta se mantiene en el tiempo, podemos llegar a una degradación tal como la que tenía Sodoma. Escuche:
He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso. Y se llenaron de soberbia, e hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi las quité. (Ezequiel 16.49–51).
En estos días en los que estamos viviendo, los cristianos alimentamos nuestra soberbia y orgullo, especialmente, con las redes sociales a través de, por ejemplo, las famosas selfies, las que nos tomamos cuando mostramos el viaje que hicimos, la ropa nueva que compramos, el restaurante donde estamos comiendo, el café de Starbucks que nos estamos tomando, etc.
Ahora, ¿cómo yo sé si soy soberbio o si tengo soberbia en mi corazón? Antes de darle una lista de las características de los soberbios, permítanme decirles algo personal; el rasgo predominante de mi carne, es la soberbia. Rasgo que, por cierto, está en las manos de Dios para poder ser quitado de mí. Pero, debo confesar que en algún punto de mi vida, si usted buscaba el significado de soberbia en un diccionario, salía mi foto junto a la definición. No, no, es broma; no salía mi foto. Lo que quiero decir es que sé de primera fuente de lo que voy a hablar y de lo que estoy hablando.
Entonces, veamos algunas de estas características.
La primera y la más importante de todas es que:
Si usted piensa que es mejor que otros o se siente superior al resto; usted es soberbio.
Sigamos.
Si usted es de los que mira con desdén a los que “no son como usted” o no poseen lo mismo que usted, usted es soberbio.
Si usted se enoja cuando alguien lo corrige, usted es soberbio; y se molesta, porque los soberbios nos creemos perfectos.
Si, por ejemplo, alguien le dice alguna cosa que le desagrada, usted ya sea piensa o dice en voz alta lo siguiente: “¿Y tú quién te crees para venir a hablarme así? o ¿Y tú qué te crees que me hablas de esa forma?” Déjeme decirle que si usted reacciona así, es soberbio.
Por otro lado, si a usted le gustaría que los demás fueran como usted; no sé, eficientes en sus trabajos, por ejemplo, o en sus vidas en general; si piensa así, usted es bastante soberbio.
Ahora, si usted desea que los demás le vean de cierta forma y busca parecer algo que no es, por ejemplo, verse más espiritual de lo que es o en el plano económico, desea que lo vean como si usted fuera de una clase social más alta; entonces, usted es soberbio.
Si le molesta que alguien sepa más que usted o haga las mismas cosas pero mejor que usted, usted es soberbio.
Si usted no recibe consejos u observaciones de ninguna persona; usted es muy soberbio.
Ahora, si usted es de esas personas que ve defectos y errores en todos los demás, pero jamás se ve alguno en usted mismo, déjeme decirle que es muy soberbio.
Si a usted le encanta hablar de sí mismo, ufanarse de sus logros, de sus posesiones materiales o de los logros de su familia; usted también es muy soberbio.
Y si usted cree y dice que siempre tiene la razón en todo y jamás se equivoca, entonces, usted es verdaderamente soberbio.
Ahora, pasemos a un plano netamente cristiano:
Si, por ejemplo, usted es de los que piensa que es poseedor de la sana doctrina o tiene un conocimiento acabado de las escrituras o posee más conocimiento bíblico que otros y esto le lleva a mirar a otros hermanos con cierto desdén, déjeme decirle que usted es soberbio.
O si por ejemplo, usted no mira con buenos ojos a ciertos hermanos o hace diferencias, especialmente con los que son de humilde condición, usted es soberbio.
Si usted es de los que se ofende porque alguien no lo saludó en la iglesia local; usted es soberbio.
O por el contrario, si usted es de los que creen que los demás deben ir a saludarlo a usted en la iglesia local; entonces usted es muy soberbio.
Cuando usted lee o escucha un mensaje de Dios y piensa que es para alguien más, porque usted considera que no lo necesita, usted es soberbio.
Cuando usted es alguien que enseña la palabra y se pone de ejemplo positivo diciendo la típica frase de: “yo hago así o asá, o yo hago esto o aquello”; le puedo asegurar que usted es muy soberbio.
Si usted no escucha ningún sermón que no sea de los hermanos de su misma denominación; usted es soberbio.
Si usted escucha un mensaje, este le toca el corazón y entiende que es Dios hablándole, pero en vez de cambiar de actitud decide seguir siendo rebelde a Dios; usted es soberbio y además rebelde.
Si usted no considera creyentes a hermanos de otras denominaciones, por el hecho de no pertenecer a la suya; usted es soberbio y además sectario.
Si por ejemplo, un hermano le confiesa una debilidad carnal o un pecado recurrente, pidiéndole consejo y que ore por él, pero usted en vez de reconfortarlo y decirle que lo puede entender, se jacta frente a ese hermano diciendo: “Yo no sufro de ese tipo de tentaciones”; usted es muy soberbio.
Y por último, si usted dice no juntarse con pecadores, porque desea “mantenerse puro y santo”, usted no solo es extremadamente soberbio, sino que además actúa exactamente igual que un fariseo, lo cual es aun peor.
Mis hermanos, si alguno de ustedes se sintió tocado u ofendido por algo de lo que dije, les doy mis más sinceras disculpas, pero les vuelvo a reiterar que sé de lo que estoy hablando, ya que muchas de las cosas que mencioné, las dije desde mi propia experiencia como un soberbio en rehabilitación. Es que mis amados, nosotros como creyentes no podemos ser así, porque tenemos un mandato directo del Señor que nos dice:
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. (Mateo 11.29)
Las personas soberbias tendemos a frustrarnos fácilmente y algunas veces nos amargamos, porque vemos a los demás que no son “perfectos” como nosotros. Y debido a esto mismo, las personas soberbias, generalmente terminan solas, debido a la misma soberbia; ya sea porque nadie los quiere cerca o porque prefieren estar solas, pues el resto sencillamente les molesta. Bien dicen las escrituras acerca de los que padecemos esto:
Escarnecedor es el nombre del soberbio y presuntuoso, que obra en la insolencia de su presunción. (Proverbios 21.24)
La primera cosa que mencioné de esta lista de características de los soberbios, fue el creerse más que los demás. Y en cuanto a esto, la palabra de Dios nos dice lo siguiente:
Basado en el privilegio y la autoridad que Dios me ha dado, le advierto a cada uno de ustedes lo siguiente: ninguno se crea mejor de lo que realmente es. Sean realistas al evaluarse a ustedes mismos, háganlo según la medida de fe que Dios les haya dado. (Romanos 12.3 NTV)
Mis hermanos, nada bueno hay en la soberbia, porque de acuerdo con las escrituras, esto solo nos conduce a la ruina. Escuche:
Mejor es humillar el espíritu con los humildes que repartir despojos con los soberbios. (Proverbios 16.19)
Ciertamente, como mencionaba al principio, Dios abomina profundamente este pecado, pues bien dice su Palabra:
Pero la persona que hiciere algo con soberbia... ultraja a Jehová. (Números 15.30)
Por lo tanto, como creyentes, debemos aborrecer a la soberbia, pues somos llamados a ser imitadores de Dios (Efesios 5.1). No obstante, sabemos que nadie puede deshacerse de la carne por su propia cuenta, por lo que hay que pedirle a Dios que, así como un alfarero, nos moldee y nos haga de nuevo. Una buena forma para hacer esto es orar usando las palabras del salmista cuando dijo:
¡Líbrame del orgullo! ¡No dejes que me domine! ¡Líbrame de la desobediencia para no pecar contra ti! (Salmos 19.13 TLA)
Mis hermanos, para terminar, me gustaría advertirles algo. Ya sea que entreguemos la soberbia por las buenas o por las malas, de todas formas Dios nos va a humillar, pues bien dice en Mateo 23.12: Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Así que, es mejor entregarle a Dios la soberbia por las buenas, ya que de esta forma la humillación será bastante menor, porque bien dice su Palabra:
¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! (Hebreos 10.31)
Que el Señor les bendiga.
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