Alexis Sazo
La perfecta voluntad de Dios

Pero nosotros, hermanos, separados de vosotros por un poco de tiempo, de vista pero no de corazón, tanto más procuramos con mucho deseo ver vuestro rostro; por lo cual quisimos ir a vosotros, yo Pablo ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó. (1 Tesalonicenses 2:17–18)
Podemos leer en estos versículos el deseo del apóstol Pablo por ir a visitar a los hermanos de la iglesia local de la ciudad de Tesalónica, y vemos que Satanás les estorbó, por lo cual no se pudo concretar aquella visita.
¿Le molesta leer que el diablo puede impedir que un hijo de Dios haga lo que cree que es la voluntad de Dios? Si eso le molesta, recuerde que no sucede nada que Dios no sepa, ni nada acontece fuera de su voluntad directa y permisiva. Bien leemos en su Palabra:
¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó? ¿De la boca del Altísimo no sale lo malo y lo bueno? (Lamentaciones 3:37–38)
Dios puede tomar cualquiera de sus obras, ya sea un ángel, un ser humano o el mismo Satanás para que lleven a cabo sus propósitos divinos. Por ejemplo, el hecho de que Satanás obstruyera el viaje de Pablo a Tesalónica, fue de mucho provecho a cristianos de todas las épocas, debido a las cartas que les escribió. Esta porción de las Escrituras nos ha sido fuente de ricas bendiciones y consuelo a los creyentes a lo largo de los siglos.
Muchas veces la voluntad de Dios no parece tener sentido. Por ejemplo, cuando José fue vendido por sus hermanos como esclavo; y luego, al encontrarse con ellos en Egipto, ellos temían que quisiera vengarse de ellos, pero en cambio les dijo: «Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo» (Génesis 50:20).
Mis hermanos, esto nos debe consolar grandemente, pues nada escapa de la voluntad perfecta de Dios. Él es omnisciente, omnipresente y omnipotente, y nada escapa de su mano. Bajo su soberano control, Él puede transformar el mal para llevar a cabo su perfecta voluntad.