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  • Foto del escritorAlexis Sazo

La peor de las tragedias



Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio (Hebreos 9:27 RVR60)


En una de las masivas peregrinaciones anuales de fieles del islam a la Meca, un año, en el que se calcularon que habían alrededor de dos millones de personas, algo causó una estampida que provocó la muerte de casi doscientas personas, quienes murieron al quedar atrapados debido a la estampida.


¡Qué ironía! Estos adoradores fueron en busca de su dios para estar más cerca y lo que encontraron fue la muerte. Aunque tristemente, aquellos muertos pronto descubrieron que su devoción los condujo a un lugar de tormentos. Esa fue la verdadera tragedia de la situación; sí, las muertes de aquellas personas fue algo trágico y doloroso, pero lo trágico fue que partieron de este mundo sin Cristo. Porque bien dice su Palabra: «El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios» (Juan 13:18 RVR60). Y en otra parte leemos: «¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!» (Hebreos 10:31 RVR60).


La muerte es inevitable y nos llega a todos, a algunos antes que a otros, pero la peor parte es que nadie sabe el día que ha de morir. Y para toda persona que no conoce al Señor Jesús como el salvador personal de su vida, si parte de este mundo, lo que le espera es la separación eterna de Dios, tal como se lee en su Palabra: «los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder» (2 Tesalonicenses 1:9 RVR60).


Los actos de devoción religiosa no nos dan acceso a la presencia eterna de Dios. La entrada en el cielo es un regalo que se recibe por fe en cristo, creyendo que Él un día murió en la cruz ocupando su lugar y el mío, pagando por nuestros pecados, siendo que Él jamás cometió ninguno. Asimismo, creer que tras poner su vida en la cruz, resucitó victorioso de la muerte y del pecado.


Así que, si usted no ha depositado su fe y su confianza en Jesús para el día de su muerte, lamento decirle que sufrirá la peor de las tragedias. No permita que esto le suceda, acuda hoy mismo a Jesús «el cual será amplio en perdonar» (Isaías 55:7).


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