Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, avaros, jactanciosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, irreverentes, sin amor, implacables, calumniadores, desenfrenados, salvajes, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, envanecidos, amadores de los placeres en vez de amadores de Dios. (2 Timoteo 3.1–4 LBLA)
La semana pasada en la localidad de Azara, en la provincia de Misiones en Argentina, dos adolescentes le sacaron los ojos con un palo a un perro. El acto fue filmado por una tercera persona que no ha sido identificada. Según los medios de comunicación, el video se hizo viral rápidamente; generando el repudio instantáneo de la población. El caso pasó a manos de la justicia argentina, ya que violaron la ley 14.346 en contra del maltrato animal, la cual establece una pena que va desde los 15 días de cárcel hasta un año.
En los versículos del encabezado, Dios nos anunciaba cómo sería la gente de nuestros tiempos; y cada vez que miramos una noticia como esta podemos ver que vivimos en aquel tiempo. Ahora, lo paradójico es que las personas en las redes sociales (RRSS) se enfurecieron por lo acontecido y rasgaban vestiduras frente a tal crueldad. Sin embargo, en estas misma nación, días antes, en las calles de Buenos Aires (la capital Argentina), masas de personas, mayoritariamente mujeres, celebraban la aprobación de la ley de aborto y muchos celebraron en las RRSS, no solo en aquel país, sino en el mundo entero. Esto me hizo pensar en como el ser humano de hoy celebra que puede matar bebés inocentes en el vientre de sus madres, pero se indigna y busca venganza contra quienes lastiman a un animal. ¿No es esto una paradoja?
La Palabra de Dios nos enseña el origen de este actuar del humano de hoy:
Pues aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se volvieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por consiguiente, Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos; porque cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, que es bendito por los siglos. Amén. (Romanos 1.21–25 LBLA)
Estas son las consecuencias de no reconocer a Dios, ni su soberanía sobre nosotros y por no darle la gloria que se merece. Podemos ver que el ser humano sin Dios se vuelve un ser irracional, porque pierde todo parámetro de lo que es bueno y malo. Y transitar por ese camino, no es más que un espiral descendente. Bien dijo el apóstol Pedro:
Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición, recibiendo el galardón de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Estos son inmundicias y manchas, quienes aun mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores. (2 Pedro 2.12–13 RVR60)
Así que, hermanos, no perdamos de vista el norte, no nos alejemos ni un milímetro de nuestro Dios, ni nos dejemos arrastrar por la corriente de este mundo; porque tristemente muchos jóvenes cristianos tienen más alta estima la vida de los animales que la vida humana, porque sus mentes han sido extraviadas y desconocen las escrituras. Sigamos el mandato del Señor cuando le dijo a sus apóstoles: He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. (Mateo 10.16 RVR60)
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