top of page

La obra de Dios



Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. (Filipenses 2:13)


Los fariseos le preguntaron al Señor Jesús: «Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios» (Juan 6:28). Que interesante que seres humanos pecadores pensemos que podemos hacer la obra de Dios. Si algo ha de lograrse, debe ser por fe, con el poder de Dios que nos capacita. El mismo Señor dijo: «Separados de mí nada podéis hacer» (Juan 15:5).


No es fácil dejar de confiar en nosotros mismos para apoyarnos en Cristo. En este mundo, el mensaje que escuchamos es que el valor viene de lo que nosotros hacemos, ganamos y logramos por nosotros mismos sin ayuda de nadie. Si creemos eso, la vida se convierte en una lucha prolongada para arreglar todo lo que está roto y esforzarnos por lograr la perfección en todo lo que hacemos. Trabajaremos muy duro y seremos compulsivos, estaremos más ocupados de lo que Dios quiso que estuviéramos, tratando de hacer sumamente bien lo que Él nunca quiso que hiciéramos.


Si miramos la vida del Señor Jesús, podremos ver que Él nunca estuvo ocupado en extremo. Durante todo su ministerio público tuvo mucho que hacer y solo poco más de tres años para hacerlo. Sin embargo, su ritmo era medido y deliberado. Él siempre tenía tiempo para estar a solas con sus apóstoles y discípulos, así como para tener tiempo a solas con su Padre.


De manera que podemos concluir que: La obra de Dios debe hacerla Dios. Nosotros trabajamos, pero debemos confiar en Él cada vez que demos un paso en el camino. Antes de hacer nada, debemos empezar nuestros días expresando nuestra dependencia de Dios. Y si nos resulta difícil apoyarnos en Él, pidámosle ayuda. Porque incluso una fe que crece, como cualquier otra obra, es obra de Dios.


Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén. (Romanos 11:36)


66 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Kommentare


bottom of page