¿Por qué se enojan tanto las naciones? ¿Por qué pierden el tiempo haciendo planes inútiles? Los reyes de la tierra se preparan para la batalla, los gobernantes conspiran juntos en contra del Señor y en contra de su ungido. «¡Rompamos las cadenas! —gritan—, ¡y liberémonos de ser esclavos de Dios!». Pero el que gobierna en el cielo se ríe; el Señor se burla de ellos. (Salmos 2.1–4 NTV)
Mis hermanos, en estos últimos años, satanás ha estado trabajando de la mano con los movimientos políticos de izquierda, promoviendo una “nueva mentira” llamada el relativismo. Lo que busca, es que las sociedades se desliguen de todo lo que tiene que ver con Dios. Pues el padre de la mentira (Juan 8.44), les vende el engaño a los hombre y mujeres de nuestros días, diciéndoles que se desliguen de toda religión y creencia religiosa, que no crean en nada, porque de esa manera, dice él, “serán libres”. En otras palabras, nosotros los cristianos y los valores cristianos de la sociedad occidental son “amarras de esclavitud” que nos los dejan ser libres. El relativismo dice que "no existe una verdad única, inmutable y universal".
La doctrina del relativismo se basa en una serie de características que la hacen particularmente atractiva. En primer lugar está la exaltación de “la libertad”, pues proclaman que las obligaciones ya “no existen”, es decir, yo puedo hacer lo que se me da la gana sin consecuencia alguna. En segundo lugar está la manipulación del lenguaje. Por ejemplo, ya no se habla de aborto sino de “salud reproductiva” y “derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos”. Ya no se habla de eutanasia, sino del “derecho a morir dignamente”. Tampoco se habla de adoctrinamiento, sino de “educación para la ciudadanía”. Y la tercera característica de esta doctrina es su transversalidad, ya que puede alcanzar a todos los seres humanos, pues les promete una falsa libertad; idea muy tentadora para aquellos que quieren hacer el mal sin que nadie les diga nada
Esta mentira satánica del relativismo, como ya he dicho, se basa en el abandono de la verdad divina. Y el ser humano viene creyendo y ejerciendo esta mentira desde hace tiempo, tal como nos dicen las escrituras:
Por pensar que era una tontería reconocer a Dios, él los abandonó a sus tontos razonamientos y dejó que hicieran cosas que jamás deberían hacerse. Se llenaron de toda clase de perversiones, pecados, avaricia, odio, envidia, homicidios, peleas, engaños, conductas maliciosas y chismes. Son traidores, insolentes, arrogantes, fanfarrones y gente que odia a Dios. Inventan nuevas formas de pecar y desobedecen a sus padres. No quieren entrar en razón, no cumplen lo que prometen, son crueles y no tienen compasión. Saben bien que la justicia de Dios exige que los que hacen esas cosas merecen morir; pero ellos igual las hacen. Peor aún, incitan a otros a que también las hagan. (Romanos 1.28–32 NTV)
La exaltación extrema de la libertad sin consecuencias no nos lleva a la verdad, tampoco nos hace verdaderos ni libres; por el contrario, nos esclaviza y tiraniza, nos aleja de la verdad y nos vuelve cómodos e indolentes, porque nos aleja del referente moral que es Dios. Bien dijo el apóstol Pablo:
Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. (Romanos 1.22–23 RVR60)
Hacer lo que uno quiere cuando le da la gana y como le da la gana en cada momento, nos vuelve egoístas, hedonistas, relativistas, pero jamás libres o verdaderos. Ese es un camino de esclavitud disfrazada de libertad. La única y verdadera libertad se encuentra en nuestro Señor Jesús, pues bien dijo Él:
Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. (Juan 8.36)
Por lo tanto, hermanos, tengamos cuidado con estas mentiras del diablo, pues siempre vienen camufladas con verdades a medias. De ahí que su Palabra nos advierta diciendo: Mirad que nadie os engañe (Mateo 24.4). Por ejemplo, el movimiento feminista actual busca “la igualdad” entre hombres y mujeres, pero de eso nada, lo que estas pobres mujeres desean es hacer lo que se les antoje sin consecuencia alguna. Pero sabemos que eso es imposible, porque Dios dijo:
No se dejen engañar: nadie puede burlarse de la justicia de Dios. Siempre se cosecha lo que se siembra. Los que viven sólo para satisfacer los deseos de su propia naturaleza pecaminosa cosecharán, de esa naturaleza, destrucción y muerte; pero los que viven para agradar al Espíritu, del Espíritu, cosecharán vida eterna. (Gálatas 6.7–8 NTV)
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