Bendice, alma mía, a Jehová. Jehová, Dios mío, mucho te has engrandecido; te has vestido de gloria y de magnificencia. El que se cubre de luz como de vestidura, que extiende los cielos como una cortina, que establece sus aposentos entre las aguas, el que pone las nubes por su carroza, el que anda sobre las alas del viento; el que hace a los vientos sus mensajeros, y a las flamas de fuego sus ministros; Él fundó la tierra sobre sus cimientos; no será jamás removida. (Salmos 104:1–5)
El Salmo 104 es un canto de alabanza que nos invita a contemplar la grandeza y la gloria de Dios a través de su creación. El salmista, lleno de asombro y gratitud, describe a Dios como el soberano arquitecto del universo, quien no solo creó todo lo que existe, sino que también lo sostiene con su poder.
Asimismo, en este salmo, podemos ver cómo la naturaleza refleja la gloria de Dios. Cada detalle, desde la luz que cubre los cielos hasta los fundamentos de la tierra, nos habla de su majestad y perfección. Este pasaje nos recuerda que no somos dueños del mundo en el que vivimos, sino mayordomos de la creación que Dios nos ha confiado (Génesis 1:28).
Por ejemplo, cuando vemos el amanecer, escuchamos el susurro del viento o contemplamos las estrellas en el cielo, somos llamados a reconocer que todo esto es obra del Dios todopoderoso y amoroso que se deleita en cuidar de su creación. Así como Él sustenta la tierra, también sustenta nuestras vidas.
En este día, tomémonos un momento hoy para observar la creación y reflexionar sobre cómo cada detalle revela la gloria de Dios. Porque en este salmo se nos muestra que Dios no solo creó el mundo, sino que lo mantiene. Y como consecuencia, Él también sostiene nuestras vidas y todas nuestras necesidades.
Y finalmente, cuidemos el mundo que Dios nos ha dado, es decir, seamos intencionales en ser responsables con los recursos que recibimos de parte de nuestro Dios.
Comments