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La Llenura del Espíritu Santo



No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu. (Efesios 5:18)


La llenura del Espíritu Santo es una realidad indispensable en la vida de todo creyente. Sin el Espíritu, nuestra vida cristiana se vuelve una mera forma externa, carente del poder y la transformación que solo Dios puede proporcionar por medio del Espíritu Santo.


La exhortación que encontramos en el versículo del encabezado, no es simplemente una opción o una sugerencia, sino un mandato que subraya la necesidad de vivir bajo la influencia constante del Espíritu Santo. No es algo del día domingo solamente, sino que es, por así decirlo, un ejercicio diario.


Ser lleno del Espíritu Santo implica rendirnos completamente a Dios, permitiéndole que transforme cada área de nuestra vida. Es vivir en obediencia a su Palabra y en comunión constante con Él a través de la oración y la adoración a Dios. En su discurso final, el Señor Jesús prometió que el Espíritu Santo nos guiaría a toda verdad y justicia (Juan 16:13), y esta guía es crucial para vivir una vida que agrade a Dios y que sea fructífera para su reino.


En Hechos 1:8, el Señor Jesús les aseguró a los discípulos, diciendo: «Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra». Este poder no es para exaltarnos a nosotros mismos, sino para ser testigos fieles y eficaces del evangelio de nuestro Cristo.


Por tanto, mis amados hermanos, pidámosle a Dios, diariamente, que nos llene de su Santo Espíritu, para que así podamos caminar en su poder y reflejar su amor y verdad al mundo que nos rodea. Que nuestra vida sea un testimonio vivo de la transformación que solo el Espíritu Santo puede obrar en nosotros.

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