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La importancia de leer la Biblia y orar a Dios

  • 13 ago 2024
  • 2 Min. de lectura


Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. (2 Timoteo 3:15)


La Palabra de Dios y la oración son herramientas esenciales para nuestro crecimiento espiritual y nuestra relación con Él. Veamos algunos aspectos de ambos a la luz de las Escrituras


La Palabra como guía y luz: La Biblia es la Palabra viva de Dios, un faro que ilumina nuestro camino en este mundo, conforme a lo que leemos en el Salmo 119:105, que dice: «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino». Por tanto, la lectura regular de las Escrituras nos proporciona dirección, claridad y sabiduría para enfrentar las decisiones y desafíos de la vida.


La Palabra como fuente de vida: El Señor Jesús mismo nos enseñó la importancia de alimentarnos de la Palabra de Dios, ya que, en Mateo 4:4, Él dijo: «No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». Y así como el cuerpo físico necesita alimento para mantenerse fuerte, nuestro nuevo hombre necesita nutrirse de las Escrituras para crecer y permanecer saludable.


La oración como comunicación directa con Dios: La oración es nuestra línea directa con el Creador. En 1 Tesalonicenses 5:17 se nos exhorta a «orar sin cesar». Esto no significa que estemos siempre en una postura de oración, sino que tengamos una actitud constante de comunicación con Dios, trayendo nuestras preocupaciones, gratitudes y deseos delante de Él.


La Oración como fuente de paz y fortaleza: La oración nos ofrece un refugio en tiempos de angustia y nos da la paz que solo Dios puede proporcionar. En Filipenses 4:6-7, se nos aconseja: «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús». 


El hábito de leer la Biblia y orar nos transforma, pues nos acerca más a nuestro Dios, moldea nuestro carácter a la imagen de Cristo y nos equipa para enfrentar los desafíos de la vida con sabiduría y paz. Al comprometernos a leer y meditar en su Palabra y a buscar su presencia en oración, encontramos un ancla firme y segura para nuestras almas. Que este sea un recordatorio para dedicar tiempo a estas prácticas esenciales diariamente.

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