Alexis Sazo
La grandeza de Dios

Al Señor cantaré en mi vida; a mi Dios cantaré salmos mientras viva. (Salmo 104:33)
Dice un himno:
Señor, mi Dios, al contemplar los cielos,
El firmamento y las estrellas mil,
Al oír tu voz en los potentes truenos
Y ver brillar el sol en su cenit.
Coro:
Mi corazón entona la canción:
¡Cuán grande es él! ¡Cuán grande es él!:
Al recorrer los montes y los valles
Y ver las bellas flores al pasar,
Al escuchar el canto de las aves
Y el murmurar del claro manantial.
Cuando recuerdo del amor divino
Que desde el cielo al Salvador envió,
Aquel Jesús que por salvarme vino,
Y en una cruz sufrió por mí y murió.
Cuando el Señor me llame a su presencia,
Al dulce hogar, al cielo de esplendor,
Le adoraré cantando la grandeza,
De su poder y su infinito amor.
El culto que nos corresponde rendir a Dios es sencillamente la expresión de nuestro agradecimiento, la oportunidad de darle gracias y celebrar su grandeza. Notemos esa fundamental diferencia entre el verdadero culto y lo que se entiende generalmente por religión. El hombre quiere hacer y traer algo para que Dios lo perdone y se ocupe de él. Pero Dios mismo se acercó a los hombres manifestándoles su gracia; así nosotros debemos creerle y darle gracias por lo que Él es y lo que Él hizo.
Nuestro amor, que se expresa en alabanza, es la respuesta precisa al suyo. Bien dijo Juan: «Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero» (1 Juan 4:19).